31.10.07

espigas de marzo

Recuerdo que, el 11 de marzo de 2004, Mariajo canalizó toda su mala leche (la misma que le ‘obligó’ a irse aquella mañana a clase, a pesar de todo, mientras yo me quedaba temblando) en un dibujo de espigas rojas que después colgué encima del espejo de mi habitación. Recuerdo que, días después, al ver mis ojos llorosos mirarlo, Mariajo, ejerciendo de psicóloga y amiga, descolgó el dibujo y lo cambió por otro con espigas lilas y amarillas.

Han pasado casi cuatro años de aquella horrible mañana. Hoy se ha leído la sentencia del proceso abierto contra los, hasta ahora, supuestos autores de la masacre. No sé si sirve de algo. Supongo que sí. Supongo que, al menos, ayudará a las víctimas a cerrar una herida, a cerrar una etapa. Al menos, eso quiero pensar.

Gómez Bermúdez ha dejado varios titulares. La condena a más de 40.000 años a Zougam y a El Gnaoui como autores materiales y a 35.000, a Trashorras, con el atenuante de ‘anomalía psiquiátrica’. Quedan absueltos ‘el Egipcio’ y otros siete acusados. Más titulares: los explosivos procedían de Mina Conchita; las indemnizaciones se han fijado entre 30.000 y 1,5 millones de euros; queda acreditada la cadena de custodia de la Renault Kangoo y la mochila de Vallecas y se descarta que ETA estuviese detrás del 11-M. Ya han hablado Zapatero, Llamazares y Javier Rojo. Mientras escribo esto se espera la comparecencia de Rajoy. Espero que no se reduzca sólo a esto.

Recuerdo la sensación de aquel día. De aquellos días. La he vuelto a sentir esta mañana. También recuerdo que Mariajo me dijo que me devolvería el dibujo de las espigas rojas cuando dejase de ponerme tan triste con este tema. Hoy sigue colgado en mi habitación el dibujo de las espigas lilas y amarillas.

30.10.07

un día cualquiera

Ha comenzado a hacer frío en Madrid.

No me gusta. El frío me pone triste. La lluvia me pone triste. La nieve me pone triste. El invierno me pone triste.

El aire está helado cuando sales del Metro a las ocho de la mañana. Hoy no estaba el abuelito en la puerta. ‘Espero que esté bien’. El cielo es gris. Se ve antes de comenzar a subir las escaleras. El chico que reparte los papelitos del chamán lleva el abrigo calado hasta los ojos. ‘Gracias’. El pelo se enmaraña a su antojo, las cabezas se vuelven del color de sus gorritos, las manos se quedan transparentes. Huele a café en el Starbucks. Enfilo la calle Leganitos. Veo mi reflejo en los ventanales de los edificios. Ya ha amanecido. La semana pasada aún sería oscuridad y el reflejo casi no existiría. Vuelve a oler a café y a churros y a porras. Hoy no hay palomas en la calle del Río. En el Casón del Tormes madruga un joven con aspecto impecable y maleta. Los obreros de enfrente llevan rato allí. El camión está parado entre ambas aceras, obligando a girar a los coches que bajan por Fomento. Todo es pausado esta mañana. Hasta mi subir la calle del Reloj. Hasta el rodar de las hojas secas calle abajo. No hay un alma. Estoy sola. Y te echo de menos. Pero ese echar de menos hondo, hondo, que te paraliza. Podría quedarme así para siempre. Sólo echándote de menos. Sin más. Sin menos…

Me gusta el otoño. Esta sensación de soledad que se hace añicos como el ocre de los árboles cuando las botas de los niños lo pisotean entre risas.

- Buenos días, Pepe
- Buenos días, doctora

29.10.07

Mi novio es un zombi

Escuchaba a Alaska cuando leí su correo. Mi novio es un zombi / es un muerto viviente / que volvió del otro mundo / para estar conmigo / mi vida ya tiene sentido / recuperé el amor perdido / intacto pero podrido. Eso, amor podrido, pensé. Lleva razón: “su novio es un zombi”, pero no en el sentido que le da la letra de la canción, más bien en el que le da el diccionario de la Real Academia en su segunda acepción: Atontado, que se comporta como un autómata. Si no, no tiene explicación.

De acuerdo, no se puede mandar sobre el corazón de cada cual, no se puede pretender que alguien sienta por ti algo que no siente, no se puede criticar a nadie porque “no me quieres como yo quiero que me quieras”, no se puede… ¡qué demonios! ¡claro que se puede! De hecho voy a hacerlo. Es más, hay un par de tíos a los que ahora mismo agarraría por las solapas de la chaqueta y les diría: “TÚ-E-RES-GI-LI-PO-LLAS”. Así, con toditas las letras.

Estarán de acuerdo conmigo si les doy la carta de presentación de las partes contratantes: chicas, veinteañeras, morenas o rubias, independientes, guapas, inteligentes, simpáticas, trabajadoras… ¿pero qué más quieren, coño? ¿Enamoradas? Pues también. De un gilipollas, pues sí, pero qué se le va a hacer. Ellas tampoco eligieron.

No hay soluciones fáciles. El castigador optaría por una decisión drástica: dar una patada al libro cuando no se es capaz de pasar página. Yo también lo hice una vez y funcionó, aunque ésa es otra historia. No siempre se tiene la convicción de querer romper con una parte de tu vida de ese modo, aunque sepamos que es la única manera de superarlo.

Recupero una frase de hace días: “El amor es un error cerebral sobrevalorado que te vuelve estúpido”. Y lo peor es que lo sabemos, pero no hacemos (o no podemos hacer) nada por evitarlo. Y, al final, el amor se vuelve esa cosa complicada que no hace más que, claro está, complicarnos la vida. Y me da pena que la gente que quiero tenga esa sensación de vacío, ese nudo en el estómago, ese horrible sentimiento de echar de menos cuando te atormentan los recuerdos… Y no es justo que con 25 años alguien te escriba que el mejor remedio para no pensar es trabajar, que necesita tener confianza en sí misma, que se siente sola. Y todo por un GI-LI-PO-LLAS que no sabe valorar lo que tiene, lo que tenía. Y no es por ser hija de puta, pero sólo espero que algún día mire para atrás y se dé cuenta de lo que perdió y entonces sea tarde para arreglarlo.

Mientras, y como ya tengo experiencia en el tema, creo que voy a fundar, y presidir, claro está, un nuevo club (esta vez no será de fans, que de eso ya ando saturada) al más puro estilo de alcohólicos anónimos. Se llamará ‘ell@s se lo pierden’. Así, con la odiosa @ porque no vamos a discriminar a nadie, que alguna novia zombi también habrá por ahí...

Mi novio es un zombie / Mi novio es un zombie / Oh oh oh oh oh oh oh oh oh / uh ou uh ou / Oh oh oh oh oh oh oh oh oh / uh ou uh ou / Oh oh oh oh oh oh oh oh oh

26.10.07

De genios malditos

Pinta bien la exposición organizada por la Casa Encendida sobre l’enfant terrible de la literatura francesa. Arquetipo de tantas cosas, poeta “parnasiano o nada”, infernal indomable, precoz, llamémosle, genio. Merecido apelativo si tenemos en cuenta que El barco ebrio está considerada como una de las grandes obras maestras de la poesía del Sena y la escribió a los 16 años. Poco después, esbozaba toda su teoría poética del “Je est un autre” en la frase: “Le Poète se fait voyant par un long, inmense et raisonné dèréglement de tous les sens” (“El poeta se hace vidente por medio de un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos”).

La muestra presenta la evolución de un Rimbaud casi niño “que intenta por todos los medios dar a conocer su poesía, huir de su ambiente asfixiante y descubrir una poética nueva capaz de transformar la vida”, capaz de asombrar y escandalizar al París de la época y a sus siempre selectos círculos literarios. Para el imaginario dejamos la historia de amor excesivo, tormentoso y desencontrado entre el joven y un Verlaine totalmente hechizado. Se hicieron amantes, pasaron el tiempo embriagados por el ajenjo y el hachís, ebrios de alcohol y pasión, mezclando opio y orgías, excesos deliberadamente buscados. Todo terminó, como no podía ser de otro modo, en tragedia, con un Rimbaud que desprecia a su amante por su debilidad y su autocompasión, con un Verlaine débil y hundido que anuncia a su familia su intención de suicidarse, no sin antes sacar una pistola e intentar matar a ese joven sucio y desaliñado que un día se presentó en su casa de París. Lo hirió y dicen que después lloró y tendió el arma rogando que acabase con él. La historia continúa… y merece la pena…

El caso es que, para presentar este recorrido, esta tarde Patti Smith actuará en la Casa Encendida. Cuenta, la considerada como “madrina del punk”, que se enamoró de Rimbaud en la escuela secundaria, encontró Iluminaciones y robó el libro porque, según ella, fue amor a primera vista. Hay una frase suya para referirse a ese amor que me encanta: Ya no quise ir al cielo, si no había arte allí.

Dicho sea, de paso, nunca he sido muy de autores de antes del XX y Rimbaud no iba a ser la excepción, aunque habrán de convenir conmigo en que es un clásico al debemos, al menos, una miradita. Y, sobre todo, ahora que se acerca la noche de los muertos vivientes. Mejor dejarnos de parafernalias pseudos-festivas al más puro estilo yanqui y quedarnos por Europa y con un buen libro: Una temporada en el infierno.

25.10.07

Imprescindible, Gabo

A pesar de que el pasado sólo exista en tanto que reminiscencia desde el presente y el futuro directamente no exista, porque en el momento en que lo hace deja de ser futuro (supongo que esto es, en gran parte, lo que explica la fugacidad y terminalidad de la vida), sigo pensando que el ser humano en cuanto a tal está compuesto de recuerdos y sueños, es decir, de pasado y futuro, a pesar de todo. Y son precisamente los recuerdos los responsables, en un porcentaje muy elevado, de nuestros gustos. Por ejemplo, mi amor por don Gabriel proviene de hace años, pero se hizo incondicional al leer, en 1997, su discurso inaugural del I Congreso Internacional de la Lengua, celebrado en Zacatecas. En realidad, no pregunten por qué, porque a estas cosas no hay que buscarle razones, me quedé prendada de las dos primeras frases: “A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: ‘¡Cuidado!’”.

García Márquez forma parte de mi imaginario, de mi pasado, de mis recuerdos, de mi mesita de noche. Es curioso el entramado de relaciones que establecemos con ciertas cosas. Para mí, Lina Morgan es tan sinónimo de Noche Vieja (pero esa es otra historia) como el Gabo lo es de Héctor, de una clase de literatura con Emilia, del instituto, de una despedida, de una carta en la que me anunciaron que estaba enfermo (recuerdo haber llorado leyendo aquella carta)… El primer libro suyo que leí fue Relato de un náufrago; el último, Memoria de mis putas tristes, pero aún me quedan muchos, todos esos que forman parte de su colección y que por alguna extraña razón siguen en mi estantería, como quien no toca algo por miedo a que se rompa, como quien no leía más a Cortázar por miedo a que se acabase.

Indiscutiblemente el siete parece su número (también el mío, pero ésa es también otra historia) y el 2007 su año: ha cumplido 80, 60 escribiendo, 40 de soledad y 25 de Nobel. Redondo.

Terminaba su discurso: “El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: ‘¿Ya vio lo que es el poder de la palabra?’ Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y, con tanto rigor, que tenían un dios especial para las palabras”. Yo también. Y es colombiano.

24.10.07

Make up, del castellano de barrio ‘maquearse’

¿Recuerdan a Mecano? No me mires; no me mires; no me, no me, no me mires; no me mires, no me mires, déjalo ya…que hoy no me he puesto el maquillaje, je, je y mi aspecto externo es demasiado vulgar para que te pueda gustaaaar. Pues un poco de eso va este post, un poco de eso y un poco también del ‘obrero español’, connotaciones socialistas aparte.


Metro Julián Besteiro. Tarde del viernes. El billete se debe haber imantado otra vez, porque los dos intentos de pasar resultan fallidos.

ENCARGADO: (extrañamente amable) pasa por aquí, que te lo cambio.
YO: Gracias. No sé qué pasa, pero aquí me falla muchas veces
ENCARGADO: Es normal que en esta estación no puedas pasar
- Temiéndome lo peor, sonrío.
ENCARGADO: (con una sonrisa absurda) Es normal que en esta estación no puedas pasar
- Lo miro con cara de ‘menuda gilipollez vas a decir a continuación’
ENCARGADO: vengaaaa… preguntaaaa…
YO: (resignada) A veeeer, por qué en esta estación es normal que no pueda pasar?
ENCARGADO: porque tengo un mecanismo para bloquear las puertas cuando pasan chicas guapas y más para cuando pasa la más guapa… que, además, hoy vienes más tarde, eh?…

Y así cada vez…


Me parece absurdo, pero me hace mucha gracia… Hay toda una serie de especímenes sueltos por el Metro dignos de llenar páginas y páginas de un libro… He decidido llamarles ‘obrero español’, obrero, porque es la profesión del andamio la catedrática del piropo fácil por antonomasia; español, porque encuadra no sólo a los nacidos aquí, sino a todo, y digo bien, todo el que vive aquí…

No me digan que no es gracioso… Te levantas a las seis de la mañana después de haber dormido cuatro o cinco horas, te duchas para ver si así se te despegan los ojos, te maquillas para tapar las ojeras, colorete para cubrir el blanco-muerto madrileño, lápiz de ojos… Sombra aquí, sombra allá, maquíllate, maquíllate, un espejo de cristal y mírate y mírate… pues eso… coges a toda prisa el paraguas, la cazadora, la carpeta, el bolso, mp3 en el bolsillo y libro de turno en mano y te metes en el Metro a las siete en punto… Eres un zombie y, a pesar del tuneo, ahí siguen tus ojeras, los ojos pegados, el bolso a medio caer, los cascos rozando el suelo y tu cara de ‘empaná’… Te dispones a entrar en el vagón y ahí está, el ‘obrero español’: “Súper guapa”. Y el que va a su lado. Obrero español: “Que eres la metáfora de una flor”. Pero qué es eso, ¿la metáfora de una flor? No te queda más que sonreír y volver a Ismael Serrano. ¿Ventajas? de vivir en Leganés, que a las siete de la mañana tienes todo un tren lleno de ‘obreros españoles’… Eso que a una, aún con maquillaje, le cuesta rozar el cinco… No quiero ni pensar qué le dirían una mañana de lunes a Jennifer López, mismamente…

Mira ahora, mira ahora; mira mira mira ahora; mira ahora, mira ahora, puedes mirar, que ya me he puesto el maquillaje, je, je y si ves mi imagen, te vas a alucinar y me vas a querer besaaaaar

23.10.07

ser madre, esa extraña profesión

(Hablando de un máster en comunicación política)

YO: Bueno, por querer… hay un máster en comunicación política de El Mundo y la Carlos III que pinta bien…
MA: ¿Y por qué no haces ése en vez de el de Periodismo de la Complu?
YO: (‘ojoplática’) porque vale una pasta????
MA: ¿Y cuánto es una pasta para ti?
YO: Pues debe rondar los doce mil eurazos, cantidad de la que, de momento, no dispongo… Ya ves, es que mi gasto en bolsos ha sido esta temporada más elevado de lo común (mi padre siempre tiene la misma excusa para mis problemas de liquidez)
MA: ¡Qué graciosa! Si quieres hacerlo y lo ves bien, te dejamos el dinero, porque si te lo damos no lo ibas a querer, orgullosa…


Creo que mi madre me sigue malcriando a estas alturas… eso o se siente culpable por algo… porque eso es muy de las madres, digo, lo de sentirse culpables eternamente por un descuido, al que sólo ellas consideran como tal, dicho sea de paso, en algún momento remoto de nuestra infancia y/o adolescencia. Y con lo de “descuido” me refiero a que se perdiese tu ensayo general de la enésima obra de teatro que representaste en tercero, porque tenía que ir al hospital a cuidar de tu abuela o que no pudiese ir a recogerte al colegio el 5 de mayo de 1985, porque se había puesto de parto o… busquen la excusa que quieran, seguro que ustedes también tienen millones. No sé por qué, pero las madres siempre recuerdan esas cosas. Y váyase usted a saber qué extraño mecanismo las lleva a pensar así. Es otro tipo de raciocinio, eso está claro, que supongo sólo se adquiere con la condición de madre… Al menos, eso dice la mía: ‘cuando tengas hijos, lo entenderás’.


Porque, ¿quién no tiene una madre así? Mi hermana se queja de que cuando está en casa los domingos, en ese momento en que estás a punto de despertar, pero te resistes a ello, de repente abre los ojos y allí está ella, observando cómo duerme, recostada sobre el marco de la puerta, con una sonrisa. Mi hermano se queja de que, antes de salir de casa, siempre le diga ‘ten cuidado’ y ‘llama cuando llegues’. Ella dice que preocuparse por sus hijos es su trabajo y tiene que hacerlo bien. Pero, aunque nos quejemos, está genial eso de tener una madre así, que cuando estudiabas para selectividad te trajese a la habitación un vaso de leche y un trozo de chocolate, aunque a ti la leche así sola, tan blanca, no te guste, o que se sentase contigo a hacer los deberes o, incluso, que ahora, cuando vuelves a casa, cada vez que te la cruzas por el pasillo, te diga con cara de corderito degollado: ‘Anda, dame un abrazo, que estoy falta de cariño’. Porque esa es otra, el chantaje emocional tan sumamente elaborado que desarrollan cuando ellas son las que quieren algo merecería un tratado histórico-filosófico-psicológico, y algo más. A veces, lo echo de menos…

22.10.07

la frase del día

El amor es un error cerebral sobrevalorado que te vuelve estúpido

Imprescindible, Neil

Dicen los entendidos que sus mejores discos ya han sido grabados. Incrédula que es una, prefiero los últimos, a excepción claro, del mítico "Everybody knows this is nowhere", grabado al alimón con Danny Whitten, Billy Talbot y Ralph Molina, Crazy Horse a la sazón. Y no es simple elección, pero que te diagnostiquen un aneurisma cerebral y grabar después "Prairie Wind" (2005) y "Living with war" (2006) me parece toda una hazaña. Pasar de un acústico increíble, de tardes de invierno en que llueve, a un eléctrico ardiente de voz quebrada, poético, desgarrado y protestón no está al alcance de cualquiera. Acusado de simpleza al no dar soluciones y limitarse a decir 'no' a tantas cosas, a la guerra de Irak (manido tema ya) y a la gestión Bush, a veces, basta sólo con estar ahí, a pesar de todo. Más cuando ese pesar se convierte en un trabajo valiente censurado en más del 80% de las cadenas de radio estadounidenses. Él es Neil Young, ese niño canadiense que prefería su guitarra a los estudios... el mismo que sigue creyendo en que: “Si para defender la libertad hay que sacrificar parte de la nuestra, habrá que aceptarlo”.

20.10.07

25

El texto que sigue comenzó siendo un correo que, por avatares artísticos y fraternales ajenos a mis planes, se perdió por el camino antes de ser enviado. Un correo que trataba de dar una explicación a cosas a priori inexplicables, ni científica ni emocionalmente. Porque, al final, la vida es como una fila de fichas de dominó. Y sí, cualquier decisión, cualquier mentira piadosa, cualquier lágrima, cualquier ‘te quiero’, cualquier discusión, cualquier palabra, por pequeña e insignificante que sea, acaba influyendo en nuestras vidas, aunque no lo parezca… Son las llamadas Catástrofes, de Iª o 2ª especie… Catástrofes que terminan por conformar lo que vemos, lo que somos y lo que tenemos… Quizás el método no sea el más científico y quizás haya más de un escéptico en cuanto a ello, pero para mí la conclusión está clara: de todo lo malo sale algo bueno…



“Está descrito que la materia, los objetos, todo lo que vemos, son grumos, catástrofes ocurridas en el espacio plano, neutro e isótropo que había en El Principio. Son las llamadas Catástrofes de Iª Especie. Cuando a uno de esos objetos algún agente extraño lo saca de su equilibrio, se inclina por algún destino impredecible arrastrando consigo a otros circundantes o muy lejanos, como una fila de fichas de dominó en la que la primera golpea a la siguiente. A esto lo llamamos Catástrofe de 2ª Especie. El desierto, por plano e isótropo, es el lugar menos catastrófico. Salvo cuando la quietud se rompe porque un escarabajo arrastra una piedra, o en un pliegue nace una hierba, o un álamo encuentra agua y crece. Después, un marido, por fastidiar a su mujer, le tira los zapatos a la copa de ese árbol al que, como un punto atractor, se le irán sumando otros cientos. Y ésta es, obviamente, también una Catástrofe de 2ª Especie”


Nocilla Dream. Agustín Fernández Mallo

19.10.07

dos más de nocilla dream

“Allí leyó que para llegar a saber que la Tierra es redonda no hace falta dar la vuelta. Basta con quedarse sentado en un punto fijo y ver cómo son los otros quienes dan vueltas”


“Todo el mundo sabe que escribir es haber muerto. Sólo la muerte pasa la vida a limpio y a esa distancia es capaz de reescribirla. Por eso sólo el escritor es quien narra el mundo de los vivos desde el mundo de los muertos”



Es curioso cómo ciertos libros llegan en el momento oportuno… aún no sé muy bien por qué digo esto, pero creo en las casualidades…

18.10.07

nocilla dream

¿De qué cosa te sientes más orgullosa, Sherry? El amor es un trabajo difícil, contesta, amar es lo más difícil que he hecho en toda mi vida.




y antes de empezar... "escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiéramos" Marguerite Duras

16.10.07

condensado

La ciudad de la Nostalgia, con mayúsculas...

donde el tiempo parece haberse detenido, a veces...

mi rincón...


donde me encantaría estar ahora mismo...

mi castillo... cuántas historias!!!! ¿Lo recuerdas, Moni?

menudas vistas desde palacio... y el bosque del principito!

Estoril...

Oporto de mis amores

el Atlántico...

la niña pija...

el otro rincón...

atardece por fin.

15.10.07

24h

A veces, como esta tarde, me asusta no saber admitir ni administrar mi propio miedo… y echo de menos otros lugares, donde no era necesario escribir entre líneas para echar de menos; donde, sólo en cierto modo, era más yo que aquí; donde poder gritar que parase el mundo, que yo me bajaba, sin dar más explicaciones que una mirada cómplice… echo de menos otras tardes, otros días y, absurda de mí, me da miedo que se pierdan en el olvido… a mí, que más de una vez hice mío aquello de deshacerme de todo lo que pesa demasiado, de quitar de en medio lo que no sirve… y tengo ganas de llorar, de parar el mundo un instante y pensar por qué ahora pesa tanto… y siento rabia por sentirme así… y siento más rabia aún por no poder evitarlo… será el otoño…



(menos mal que hace falta exactamente lo mismo para hacerme llorar que reír)

14.10.07

de vuelta al cole

Puede que haya sido la fiebre de estos maravillosos y soleados días de puente que yo he pasado en la cama, pero ha vuelto a rondar por mi cabeza un viejo sueño. Una opción de fututo que, como todas, tiene el inconveniente inherente de ser eso, un sueño, es decir, algo inalcanzable. Un sueño compartido a medias con Emilia, que después, con los años (casi una década), ha ido tomando forma, olores, colores… Una pequeña librería en cualquier callejuela de La Latina, en un edificio antiguo, con puertas de hierro forjado y cristal apenas transparente, con estanterías de madera y olor a café recién hecho. Un rincón donde aprender de la gente, donde escuchar a todos esos personajes que, como tú y como yo, no tienen cabida en los diáfanos estantes de las grandes superficies, un rincón donde cada uno escribiese lo que sintiese, donde cada uno tuviese su propio público al que leer sus historias y con el que compartir sus propios sueños. Sí, Alba, puede que, incluso, una especie de librería-albergue, donde, como en Shakespeare, a cambio de dos horas de trabajo desinteresado y una página autobiográfica, los perdidos tuviesen un lugar donde dormir. Y justo encima, un piso de techos altos, de paredes de colores y enormes cuadros apoyados contra ellas (nunca colgados), donde recibir los domingos a los amigos, donde escribir sin la necesidad de ser genios, donde pintar sin la necesidad de ser pintores, donde fabricar marionetas, donde improvisar teatros y bailes de máscaras…


En fin… eso o como decía Mónica, si la comunicación política es un negocio apenas sin explotar en España, con hueco y opciones de futuro, ¿tan descabellado es montar tu propia consultora?

Pero la realidad siempre es otra. Y a falta de una estúpida decisión entre dos asignaturas ya tengo confeccionado mi horario de clases para los próximos nueve meses. Y cómo será si casi preferiría un parto. Es horrible, pero es lo que hay. Aunque, sinceramente, me apetece volver a clase exactamente lo mismo que escuchar una conferencia sobre Irak del trío de las Azores. Que por qué voy entonces, porque de algo tengo que quejarme, no porque este máster o el doctorado vaya a servir de algo, más bien porque sin nada que hacer me moriría, pero me quejaré, claro que lo haré, estoy en mi derecho… Lo bueno de todo esto ha sido visitar de nuevo ‘el rato tonto’ y volver atrás… recordar muchos momentos a través de las críticas de profesores… recordar, sobre todo, a Javier Maestro, profesor de Pensamiento Político y un auténtico crack, y a Ángel Bahamonde, de Historia de España. Algo bueno tenían que esconder esos grises muros, ¿no? A ver qué sorpresas nos depara este año… En la Complu todo puede pasar…

METRO: URGEL; BUS:34 - 35

PROFESOR NANY
VIDENTE MEDIUM DIRECTO


El Maestro Chaman Africano, Gran Medium Espiritual Mágico, poderes naturales, 35 años de experiencia en todos los campos de Alta Magia Africana, ayuda a resolver todo tipo de problemas y dificultades por difíciles que sean. Enfermedades crónicas de drogas y tabaco, cualquier problema matrimonial, recuperar la pareja, atraer a personas queridas, impotencia sexual, amor, negocios, judiciales, suerte, quitar hechizos, depresión y protecciones vida familiares, atraer cliente, mantener puesto de trabajo. Cualquiera otra dificultad que tenga en el amor lo soluciona inmediatamente con resultado positivo y garantizado al 100% de 3 a 7 días. RECIBO TODOS LOS DÍAS DE 8 A 22 H.

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Últimamente, todas las mañanas me da los buenos días, al bajar en Plaza de España, un chico. Y todas las mañanas me da este mismo papelito. Y yo, que no puedo dejar de creer en las casualidades, me pregunto si no debería aparecer un día de estos por el consultorio del profesor Nany. La verdad es que nunca he conocido a un Maestro Chaman Africano, Gran Medium Espiritual Mágico (dios le guarde muchos años), con poderes naturales… Al margen, claro, del chico rubio que me presentó Mariajo que se paseaba por su facultad diciendo que todos somos mágicos, pero creo que él no cuenta…

Bueno, si alguien se anima (miren que trata todo tipo de problemas, problemillas y problemones), que me dé un toque… Yo puedo aportar lo de mantener un puesto de trabajo… y subo mi apuesta a lo de la suerte y del amor… ¿Quién sabe?

10.10.07

Estoy muerta.

Cómo si no se explica esta liviandad al caminar, esta levedad de cuerpo y espíritu. Ingravidez. No es tan proterva Realidad… si no fuera porque creo que estoy rayando el estado de putrefacción. Rigidez cadavérica, cronología, autólisis. Se salvan el corazón y el útero. El amor y el sexo. Lujuria, lascivia, libertinaje, depravación. Liviandad al fin y al cabo. Obstinada maldad.

36 horas post-mortem.

No molestar.




La letra de estudiante de medicina no dejaba lugar a dudas. Nora estaba de vuelta en París.

9.10.07

postal de La Habana

9 de octubre


Ma belle:

Anoche llegó Margoli con una postal de La Habana garabateada para ti en su vieja maleta. Y un millón de historias que ya te contará. Yo me acordé de lo de las casualidades, de aquello de que las cosas no pasan porque sí y me pregunto si no estarás pensando en Cuba ahora mismo.

Te dejo parte del comienzo. Lo contó Aleida, lo escribió Ernesto. "Te podría decir que te extraño hasta el punto de perder el sueño, pero sé que...". Yo sé que te gustará compartir frase con el Comandante, pequeña.

A bientôt!


P.D. Dadou te usurpa los sueños inconsciente o tus sueños se hacen realidad en ella. Me gusta. Te siento más cerca o eso me acerca más a ella. No sé.

Pero ésa es otra historia.


------- CAJÓN DE SASTRE


Arte de Jacobo Silva Nogales preso politico en resistencia

8.10.07

A Dadou le gustaba traficar con sueños

Raya el último crepúsculo del día en París. Las callejuelas de Le Quartier Latin se vuelven más mágicas si cabe. Las tonalidades ocres del otoño se confunden con los últimos bohemios y los bohemios con los estudiantes y los estudiantes con los turistas y los turistas con las gabardinas largas, las manos en los bolsillos y las miradas perdidas de quienes saben a donde caminan. O quizá no. ‘A bientôt!’ ‘Good night’ ‘Hasta mañana’ ‘Ciao’ ‘God natt’ Hormiguea la tarde-noche en la orilla izquierda del Sena.

El cristal que hace las veces de expositor es pequeño, quizás demasiado para la cantidad de irrealidades y entelequias que se cuecen dentro. Sombras, utopías, simulacros de la vida, del amor y de la amistad, fantasías, inexistencias, vacíos, ausencias, ficciones más reales que las apariencias, pretextos, engaños, artificios. Sueños. Suena el tintineo de una campanita al roce de la vieja puerta de madera. Algunos vuelven la cabeza y sonríen. Huele a café recién hecho (siempre huele a café recién hecho), a tabaco barato, a incienso de lejos. El ocre del otoño se perpetúa allí por siempre. Hay velas anaranjadas, diminutos rincones en penumbra, pequeñas bombillas en casi cada estante. De las paredes cuelgan instantes, fotografías de antaño, reproducciones de cuadros románticos, recuerdos de otros tiempos y otros lugares. Todo es pequeño allí. Y siempre hay una taza de café. Está llena de grietas casi imperceptibles que hablan del paso del tiempo. Siempre lista para ti, que vives allí, que llegas por primera vez, que no sabes donde ir.

Esta noche ha aparecido un torero catalán venido a menos. Del brazo, una actriz de segunda fila, de película de serie B, con tantas arrugas como cigarrillos ha fumado. Se retratan en blanco y negro. Han pedido prestados del viejo baúl un traje de luces, un vestido negro y un sombrero de los años veinte, con velo de tul hasta la barbilla. Las apariencias nunca engañan. Su pintor, asiduo del lugar, también se ha puesto la boina calada y la camiseta de rayas horizontales para la ocasión. Entre pincelada y pincelada asiente con la cabeza. Pegado a él, sentado en el suelo, el sabio Hakîm interpreta los cuentos de las mil y una noches. Él bebe té. En el taburete del rincón más alejado, un joven escribe su página autobiográfica, la que, como en la mítica librería de la rue de la Boucherie, le da ‘derecho’ a una cama entre las estanterías. Ideas prestadas que van y vienen. Como la nariz de payaso del mimo que pinta su cara en silencio. Sólo con gestos.

Hay libros por todas partes. Grandes, pequeños, nuevos, de segunda y tercera mano, de ayer, de hoy y de siempre, prestados, comprados, vendidos y revendidos, leídos y releídos. Y entre ellos, rodeada de ellos, en la mesa que hace las veces de velador, de recibidor, de mostrador y de madera de tertulianos y amigos, una joven, apoya los codos, manos en las mejillas, y escucha absorta las locas teorías de otros tres locos que hablan, hoy toca, de los viejos magos del jazz. Ellos la querían y, algunas noches, hacían versos sobre sus ojos y dibujaban su sonrisa. Mientras, apoyado sobre el marco de la puerta de la trastienda, su amigo moría de celos. Pero ella nunca lo sabría.

7.10.07

postal de París

.
.
y en la otra cara, donde siempre pasan las cosas importantes, al lado de la dirección de la calle Mouffetard, la memoria... por si alguna vez falla...



Que lentement passent les heures...

Que lentement passent les heures
Comme passe un enterrement
Tu pleureras l'heure où tu pleures
Qui passera trop vitement
Comme passent toutes les heures


Guillaume Apollinaire (1880 - 1918)

6.10.07

6 de octubre


Ma belle:

Dadou ha vuelto a la rue Mouffetard. Yo aún dormía cuando ha tocado a la puerta como un suspiro, con esa delicadeza suya de no llamar la atención más de lo necesario. Y dice que es poeta. Poeta, ya ves. ‘La fille du portrait. Elle est ici, à Paris’ ‘Ma belle? Ce n’est pas possible’ ‘Oui. Je l’ai vu’ Dadou ha soñado contigo. Os llevaríais bien, ya lo sabes. Dijo que te vio paseando por el barrio Latino, con la mirada ausente y que te protegías del aguacero bajo un enorme paraguas. Dijo que pasaste horas posando para un pintor callejero. Ella compró el retrato para enseñármelo. Dijo que no lo creería. Pero la lluvia había estropeado el óleo y el lienzo era un conglomerado de luces de colores. Lo extraño es que hoy no ha llovido en París.

A veces, te echo de menos. Entonces, saco de la cajita roja el pañuelo y la boina que me compraste en Madrid. ‘Para que te vistas de francés’, me dijiste tan muerta de la risa como te dejaba la pena. Vestido ya de francés, salgo a pasear por las callejuelas de esta orilla del Sena. Sigo buscando la librería, esa librería de calle angosta, puertas de madera y olor antiguo que íbamos a comprar. ¿Te acuerdas? Una tiendecita pequeña, con olor a café y tipos bohemios, que te hablarían del ayer, del hoy y del mañana, mientras tú, con los codos apoyados sobre la mesa y las manos en las mejillas, los mirarías absorta. Ellos te querrían, tanto como yo, y harían versos sobre tus ojos y dibujarían tu sonrisa y mientras yo, apoyado sobre el marco de la puerta de la trastienda, me moriría de celos. Pero tú nunca lo sabrías. Hoy, mientras hablaba con Dadou, te echaba de menos. Pero ella no eres tú.

Dadou me leyó algo que había encontrado en el bolsillo de su gabardina. Te gustará, ma belle.


Ce n'est pas cela...

Ce n'est pas cela. J'essaie de conserver mon corps en bon état. Je suis peut-être mort, je ne sais pas. Il y a quelque chose qu'il faudrait faire, que je ne fais pas. On ne m'a pas appris. Cette année, j'ai beaucoup vieilli. J'ai fumé huit mille cigarettes. Souvent j'ai eu mal à la tête. Il doit pourtant y avoir une façon de vivre ; quelque chose que je ne trouve pas dans les livres. Il y a des êtres humains, il y a des personnages ; mais d'une année sur l'autre c'est à peine si je reconnais leurs visages.

Je ne respecte pas l'homme ; cependant, je l'envie.



Escribe pronto, ‘que lentement passent les heures...’ ¿Recuerdas el poema?

A bientôt, ma belle!

5.10.07

5 de octubre


Ma belle:

Esta vez no voy a abandonar París de inmediato para salir a tu reencuentro. Tampoco a tu rescate. Como la primera vez que dejaste de escribirme porque alguien a tu lado había dicho que ‘tres años es demasiado’. Cuando llegué a Madrid, muerto de miedo (porque no eres tú de las que rompen contratos y lo nuestro, en parte, lo era) te abracé tan fuerte que tuviste los ojos abiertos de par en par toda la noche. ‘¿Demasiado para qué?’ ‘No sé’. ¿Te acuerdas? Ma petite petite fille, ahora te conozco demasiado bien como para saber que el suicidio sería demasiado escandaloso para ti. Escandaloso y cobarde. Y tú no eres así, por mucho que te empeñes en decir que te invento o que, desde hace seis años, no tienes más esencia que las palabras que me escribes cada día. Que me escribías cada día.

Imagino que algún extraño tipo de orden ha de haber entrado en tu vida para que hayas vuelto a tomar la determinación de romper nuestro pacto de sellar un sobre cada día. ¿Qué ha sido esta vez? ¿No te gusta octubre? ¿No ha parado de llover? ¿El libro sigue empapado? (Si es eso, no te preocupes, tengo miles) ¿Ha vuelto la mariposa nocturna y no puedes parar de mirarla? ¿Te has quedado prendada de la luz de la farola del edificio de la calle de al lado? ¿Te has enamorado de unos ojos en el trayecto de metro y ahora no puedes parar de perseguirlos? ¿Has decidido hacerme caso (otra vez) y mirarte hacia dentro, muy dentro, tanto que te has quedado allí? Me encantan tus absurdos. Confieso que me desconciertan y que, alguna vez, me asustaron, pero ya no. Son parte de tu ser y de mi recuerdo de ti. Ya hasta me hacen mucha gracia. Desde que ayer el cartero no llamó al timbre, pensar en qué has de estar pensando tú se ha convertido en mi pasatiempo favorito.

Aún no he conseguido pintar nada que no me remolque hasta lo que hablamos hace algunos meses. He hecho decenas de bocetos y sigo sin poder plasmarlo para poder abandonarlo después y continuar con mis encargos. Me decías que los sueños, como los besos, hay que salir a buscarlos. Y me convencías, como sólo convence quien espera en el sillón de su casa a que alguien la quiera como lo hace ella ¿Sabes? Tengo una nueva musa. Se llama Dadou y en sus ratos libres es poeta (dice, mientras sonríe burlona, ‘il me plaît de jouer avec les mots’). Vino ayer y le conté lo de los besos. Dijo que tenía que irse. Vi en sus ojos los tuyos. Os llevaríais bien.

Hoy París no te gustaría. Doce grados, nublado y un ambiente tan húmedo que se mete en los huesos. Nunca entendí por qué decías que a París hay que venir en otoño. Aún te espero.


A bientôt, ma belle!

4.10.07

paréntesis

(...)
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Quizás haber comenzado, un 1 de octubre de seis años después, a numerar las cartas que enviaba cada día había sido como disecar mariposas...

3.10.07

tercera carta

de octubre


Queridísimo mío:

La noche ha sido esta vez más larga que de costumbre. ¿Te ha pasado alguna vez no poder conciliar el sueño? Sentir cómo las gotas que golpean con fuerza el frágil cristal de la ventana corren sin remedio por tus mejillas, saladas, tan saladas, es casi el principio de la locura. Las adivinas incluso antes, las notas nacer dentro de ti, las abrigas con los párpados, cierras los ojos bien fuerte, aprietas los dientes, pero no hay forma posible de pararlas. Ellas van creciendo, se desbordan, te taladran la piel en el instante preciso en que se desbocan y se van a perder más allá, como las gotas de lluvia en el cristal. Una después de otra, incansables, incesantes... resbalan y se pierden para siempre. Shhh, ya lo sé. Me lo dijiste tantas veces: “Eres como Marrast” “¿Por qué?” “No es difícil prever tus movimientos. La tristeza te vuelve rutinaria” “¿Quién es Marrast?” “Marrast eres tú” “¿Yo?” “Sí, tú… O no eres tú, pero como él tiendes a entender complicando o a complicar entendiendo” Sigues pensando lo mismo, ¿verdad? Sigue siendo un problema de leer entre líneas, de ver más allá. En realidad no estaba triste. Es sólo que la lluvia… Tu libro sigue empapado, pero las palabras resisten.

¿Sabes algo? Me entraron unas ganas tremendas de sacar la vieja bicicleta y pedalear, pedalear, pedalear hasta donde tú estás. Asomarme por la esquina de una ventana o por la cerradura de la puerta y descubrirte, como haces tú conmigo a distancia. Igual que tú, sin que me veas. Sería la única manera de no sentir la nostalgia de no estar aquí, de evitar que los circulitos de humo que puse en tu lugar no se esfumen. Me da rabia no recordarte como eres, sino como yo te imagino. Me da rabia haberte ido construyendo a la vez que te perdía. Y, mientras, me entusiasma que tú seas capaz de recordar ‘absurdas’ conversaciones como si fueran de ahora mismo. “Les haces reír” “No es difícil, quizás sigo siendo un poco como ellos” “Sí, de eso no hay duda. Aún así, serás una buena madre” “¿Yo? No” “¿Por qué estás tan segura?” “Porque nos pasaríamos las tardes comiendo caramelos. Yo no podría negarme y ellos lo sabrían. Y eso una madre no debe consentirlo” “Aún así, hablas en plural. De tus supuestos hijos… jajaja”

Nunca hasta estas últimas cartas habíamos hablado de cómo ha pasado el tiempo, de cómo hemos pasado con él, de cómo somos o cómo nos inventamos. Es agradable tener la memoria tan lejos, por si me hace falta.

Hasta pronto.


V.R.

2.10.07

segunda carta

de octubre


Queridísimo mío:

Esperé con impaciencia tu carta. Sabía que no lo harías. Enfadarte, digo, aunque me amenazases con dejar de escribir. En el fondo, tú sabes tan bien como yo que no soy tan fuerte. Y no, no he vuelto a intentarlo. Ya te lo dije, sigo prefiriendo el arte de dejarme llevar y el otoño es el instante propicio para ello. ¿Has visto cómo caen las hojas? Es más cómodo ser hoja seca que tratar de buscar respuestas. Al menos de momento. ¿Cobardía? Prefiero pensar que no. Lo que nos salva de nosotros mismos es una vida que poco tiene que ver con la vida misma, con el aquí y ahora. ¿O acaso tú no lo crees? ¿O acaso tú no tienes sueños que se proyectan en un plano diferente?

Yo anoche soñé contigo. Había tubos de acero, un pasillo gris, muy largo, pero angosto y grandes ventanales de metacrilato. Todo estaba en silencio, pero ese tipo de silencio que te revienta los tímpanos, ese tipo de silencio que en las pesadillas se atasca en la garganta y no te deja gritar. No había nada más. Sólo un pasillo largo y angosto con tubos de acero y grandes ventanales de metacrilato. ¿Qué por qué digo que soñé contigo? No lo sé. Estabas allí, aunque no supiese verte. Imagino tu risa ahora mismo. Veo cómo tus ojos se hacen chiquitos, cómo se te arruga la piel y cómo respiras de forma entrecortada, como si te estuvieses ahogando, mientras de tu boca sale esa risa tan peculiar. Te conozco tan bien que sé incluso lo que estás pensando. Si pudiera decírtelo aquí mismo, asentirías, con ese gesto tan tuyo de saberte descubierto. Puedes interpretarlo como quieras, pero deja a un lado la locura. Sólo fue un sueño.

De todos modos, me hace gracia que sigas creyendo en mí después de tanto tiempo, que escribas esas cosas. ¿Cuánto hace que no nos vemos? ¿Eres consciente de que lo que sabemos uno del otro no son más que palabras? No es un reproche, supongo que más bien autodefensa. Temo defraudarte. Creo, incluso, que sería capaz de mentirte antes que defraudarte. Tanto es lo que te aprecio, tanto lo que necesito tu fe.

Y así van pasando los días. Inmersa en lo cotidiano y en esconder fantasmas que tú te empeñaste en desenterrar he visto comenzar la época de tormentas. He dado un par de vueltas por la ciudad, estuve tentada de entrar en el café, pero un extraño impulso me llevó de vuelta. El libro que me enviaste con tu última carta está empapado. No me di cuenta de que había comenzado a llover…

Hasta pronto

V.R.

1.10.07

1 de octubre


Queridísimo mío:

Sé que el comienzo de esta carta te hará sentir orgulloso. No así el final. Por primera vez desde que nos conocimos he seguido tu consejo. Sí. Te hice caso. He aprovechado la fiebre de estos días para mirar hacia dentro, más por matar tu curiosidad que por convencimiento propio. Sí, sonríe, pero no cantes victoria. Lo que vi no me gustó o me aburrí demasiado pronto de buscar. No hay nada de eso que tú veías la noche que amanecimos juntos en el portal de mi casa. Todo fue un espejismo construido por el alcohol y la nostalgia de tu partida. Quizás porque tú esperabas, como decías en tu última carta, que yo te pidiese que te quedaras para siempre. O quizás porque yo esperaba que lo hicieses sin que te lo pidiese. Ahora sé que si pasó así, ha de ser por algo. Es hora de que aprenda a enfrentarme sola a mí misma. Sin tus vueltas de hoja, sin tus peros, sin tus ‘engaños’. Yo sola frente a mis fantasmas, frente a mis miedos, frente a mi otro yo.

Te he repetido muchas veces que nunca he sido muy constante. Pero tú jamás me creíste. Te empeñaste en construirte tu propia imagen de mí. Una imagen irreal como yo misma. Y siento decírtelo, pero creo que mi introspección duró apenas un segundo. No pongas esa cara. Me dio miedo. Estaba oscuro. Me sentí insegura sin tu mano en mi hombro. Y me dio rabia depender tanto de ti, que estás tan lejos.

Tanto tiempo desde que te marchaste y ya ves, sigo siendo la misma niña asustadiza de las noches de tormenta. Y aún así, vuelvo a falsear la esencia y sigo defendiendo mi independencia y mi cabezonería. Me adultero y me traiciono. Sigo siendo exagerada, despistada y gruñona. Me gustaría ser de otra forma, pero eso no existe. Me gustaría ser como tú me imaginabas. ¿O también eso ha cambiado?

Dos cosas y termino hasta la próxima. Pedías conclusiones si me atrevía a hacerte caso. Al principio, no era por miedo a atreverme… era por principio: no seguir los consejos de nadie me daba un sentimiento extraño de rebeldía. Reivindicaba mi independencia. Ahora sí me da miedo. Mi conclusión: creo que moriré sin saber muy bien quién soy y lo que es aún peor, sin saber lo que quiero ni hacia dónde ir. Me sigo dejando llevar. Eso no supone ningún esfuerzo ni tampoco el contratiempo de tener que asumir las equivocaciones. Y sí, sigo echando azúcar al cacao. Me hizo gracia tu pregunta.

Hasta pronto.


V.R.