14.10.07

de vuelta al cole

Puede que haya sido la fiebre de estos maravillosos y soleados días de puente que yo he pasado en la cama, pero ha vuelto a rondar por mi cabeza un viejo sueño. Una opción de fututo que, como todas, tiene el inconveniente inherente de ser eso, un sueño, es decir, algo inalcanzable. Un sueño compartido a medias con Emilia, que después, con los años (casi una década), ha ido tomando forma, olores, colores… Una pequeña librería en cualquier callejuela de La Latina, en un edificio antiguo, con puertas de hierro forjado y cristal apenas transparente, con estanterías de madera y olor a café recién hecho. Un rincón donde aprender de la gente, donde escuchar a todos esos personajes que, como tú y como yo, no tienen cabida en los diáfanos estantes de las grandes superficies, un rincón donde cada uno escribiese lo que sintiese, donde cada uno tuviese su propio público al que leer sus historias y con el que compartir sus propios sueños. Sí, Alba, puede que, incluso, una especie de librería-albergue, donde, como en Shakespeare, a cambio de dos horas de trabajo desinteresado y una página autobiográfica, los perdidos tuviesen un lugar donde dormir. Y justo encima, un piso de techos altos, de paredes de colores y enormes cuadros apoyados contra ellas (nunca colgados), donde recibir los domingos a los amigos, donde escribir sin la necesidad de ser genios, donde pintar sin la necesidad de ser pintores, donde fabricar marionetas, donde improvisar teatros y bailes de máscaras…


En fin… eso o como decía Mónica, si la comunicación política es un negocio apenas sin explotar en España, con hueco y opciones de futuro, ¿tan descabellado es montar tu propia consultora?

Pero la realidad siempre es otra. Y a falta de una estúpida decisión entre dos asignaturas ya tengo confeccionado mi horario de clases para los próximos nueve meses. Y cómo será si casi preferiría un parto. Es horrible, pero es lo que hay. Aunque, sinceramente, me apetece volver a clase exactamente lo mismo que escuchar una conferencia sobre Irak del trío de las Azores. Que por qué voy entonces, porque de algo tengo que quejarme, no porque este máster o el doctorado vaya a servir de algo, más bien porque sin nada que hacer me moriría, pero me quejaré, claro que lo haré, estoy en mi derecho… Lo bueno de todo esto ha sido visitar de nuevo ‘el rato tonto’ y volver atrás… recordar muchos momentos a través de las críticas de profesores… recordar, sobre todo, a Javier Maestro, profesor de Pensamiento Político y un auténtico crack, y a Ángel Bahamonde, de Historia de España. Algo bueno tenían que esconder esos grises muros, ¿no? A ver qué sorpresas nos depara este año… En la Complu todo puede pasar…

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