31.8.07

pues eso... a sonreír


De vuelta a casa en el Metro, mientras me entretenía en sacar la lengua a una niña sentada enfrente mientras ella se reía a carcajadas, una señora me ha dicho que la risa es un bien escaso... Yo no lo creo...

30.8.07






No sé muy bien que he hecho con el vídeo, que empieza y se corta donde le da la gana, pero bueno, ahí os presento a la pitufina, a sus seis meses y medio, aunque esa tarde no estuviese por la labor de dedicarnos sonrisas ni canciones ni un 'pa-pa-pa'

Debajo una foto de mi más tierna infancia. Podía tener casi tres añitos y mi primo, a falta de que me dejasen a mi hermano, que sólo era un bebé, era mi juguete favorito. Ya ven... ahora él es papá... y el parecido con la peque es más que obvio





29.8.07

[elogio de la vida]

Que el tiempo se escurre entre los dedos es un hecho, que hace mella en nuestros rostros (si no te llamas Isabel Preisler), también y que, al final del camino, éste se termine para siempre es un gran putada.

Yo elegiría vivir cien años, doscientos, eternamente.

Aun así, por meros problemas técnicos, logísticos y/o médicos, es cierto que cada segundo que pasa nos acerca más a ese negro desenlace alivio de muchos. Y es precisamente por eso por lo que no nos estamos muriendo, sino que ESTAMOS VIVIENDO. Precisamente porque la dama de la guadaña (que estúpido nombre) aparece cuando menos se la espera (ojalá pudiésemos no abrirle la puerta) ESTAMOS VIVIENDO.

Confieso que le tengo miedo. No es un miedo sano ni respetuoso ni distanciado. Es auténtico pánico. Miedo a mi propia muerte y no porque fuese a cambiar nada el mundo son mí, que me decía alguien. Sé que seguiría igual: un par de lágrimas de las cuatro personas que me quieren y a seguir. Y así ha de ser. Escuchaba hoy en la radio que “la muerte no respeta la excelencia” –por Antonio Puerta y por Francisco Umbral-, imagínense pues a mí… triste mortal… y rosa…

Miedo a mi propia muerte y pánico a la muerte de la gente que quiero. Miedo a la muerte de un compañero de clase, del vecino del quinto, del quiosquero, de la panadera, de un sevillista de 22 años que iba a ser papá… Miedo porque cualquier persona, conocida o desconocida, nos aporta parte de ese trasfondo del que estamos hechos y miedo porque cada muerte nos recuerda las pasadas y las futuras.

Sin duda, los momentos más tristes de mi vida están ligados a ella, quizás por eso no soporto ni los hospitales ni los cementerios, quizás por eso me río de las condolencias forzadas y quizás por eso jamás he “dado el pésame” a nadie. Las cosas las siento de otra manera, con una mirada cuando David perdió a su abuelo, con una carta de despedida a una viuda desconsolada o llorando amargamente cuando murieron mi tía y mi abuela… Otras veces es el corazón el que se te encoge y no te deja hacer nada, como cuando murieron los peques de Maricruz… Pero al final, quizás por propia cobardía, prefiero darle la vuelta a todo… por eso sólo guardo los buenos recuerdos…

Manolo Jiménez, entrenador del filial del Sevilla y, por tanto, durante mucho tiempo de Puerta, decía ayer: “yo que siempre he sido tan competitivo, que siempre he dicho que hay que darlo todo por ganar, hoy me río del fútbol”.

Yo me río del fútbol… de las cosas que dejamos de hacer por miedo, de los besos que no damos, de los ‘te quiero’ que no decimos, de los trenes que dejamos pasar, de las disculpas que no sentimos, de las sonrisas que ahogamos, de las lágrimas que vertemos…

Hoy me río de la muerte (con los riesgos que eso conlleva)

27.8.07



Dicen que a Venecia hay que ir enamorado. A ciertos rincones de Portugal, también.

Oporto es una ciudad mágica. Me llenó de nostalgias, de sonrisas, de miradas curiosas, hasta de recuerdos vividos lejos de allí. Nada más contemplar la orilla del Duero caí rendida a sus pies. Tanto que me acordé de que hace más o menos un mes, paseando Madrid, le dije a Mariajo que quizás, ahora que tenía a esta ciudad totalmente asociada a alguien, fuese el momento de cambiar de aires. Oporto podría ser un buen destino. Allí, como en ningún otro sitio, eché de menos, pero fue en un mítico café de Lisboa (si las mesas de los cafés hablasen...), escuchando una de esas historias de amor de dos personas que se quieren casi por encima de todo, pero sin final feliz, porque, a veces, la vida es así de absurda, donde comprendí que mi problema había sido otro. Me resulta increíble, pero lo fundamental no había sido que él no me quisiese, ni que yo lo quisiese demasiado, sino que había imaginado una vida perfecta a su lado y que, por primera vez, había pensado que sí me sería posible pasar los próximos sesenta años junto a él...


20.8.07

cáceres-lisboa [escala en madrid]

Puede ser porque hacía mucho tiempo que no pasaba casi dos semanas en casa... pero todo tiene un tinte especial... las tardes de agosto, cuando hace calor, parece que se detienen, que el tiempo no pasa por las abuelas bordando en la calle ni por mi perro que se sienta sobre mi pie... me gusta observar... supongo que porque es la única manera de volver a retener muchas cosas que parecían olvidadas... las calles huelen a jabón casero, las puertas de las casas pasan de las cerraduras y si caminas despacio a las tres de la tarde, puedes escuchar el tintineo de los cubiertos en los platos, las conversaciones de sobremesa y el 'parte' de fondo... es curioso pensar en cuántas cosas hay de fondo en nuestras vidas... y pensar, sobre todo, que son precisamente de esas cosas de las que estamos hechos... es imposible contar este reencuentro... aunque el tiempo sigue pasando... demostrado queda en lo guapa que está mi hermana, en que pronto mis abuelos celebrarán 50 años juntos, en las bodas, en lo que ha cambiado Javi... pero, sobre todo, en lo que ha crecido Lucía...




¿Mañana?... mañana Lisboa




13.8.07

aves de paso

Resulta curioso tropezarse de repente con el paso del tiempo en las cosas más absurdas sin ser muy consciente de ello... hoy me di cuenta de que mi mitad de la habitación sigue intacta, como hace siete años, quizás más... el mismo edredón de colores, la misma cortina, las mismas estanterías, los mismos cuadros, las brujas, los libros, los magos, la casita de piedra, los regalos, las fotos... todo igual... mi hermana ha cambiado cosas en su mitad, su lado ha ido evolucionando conforme ha ido creciendo: han ido desapareciendo las muñecas y apareciendo la televisión, la caja de pinturas, las fotos con sus amigos, ha ido llenando los cajones y los estantes del armario que yo dejé prácticamente vacíos... pero mi pared sigue como congelada... creo que mi habitación suena y huele diferente y he llegado a la triste conclusión de que no me reconozco en ella... supongo que venir un par de días cada dos o tres meses pasa factura, pero me ha resultado un poco triste, un poco como el fantasma de un hijo muerto prematuramente que regresa a un cuarto donde la madre aún no ha movido nada por si vuelve...

7.8.07

Cuesta de Moyano, Madrid, 16.30h


Frente a uno de los puestos, varios ejemplares diferentes de Kapuscinski…

- vane: (pensando en voz alta) yo quería un libro… (intento recordar cómo se titulaba)
- librero: (con una sonrisa maliciosa) pues aprovecha… (le faltó decir eso de ‘pues esto es una librería, estás en el lugar adecuado, niña tonta)
- vane: (sonrío y sigo pensando cómo se llama el libro)
- librero: has leído algo de Paul Auster?
- vane: (educadamente, me quito las gafas de sol para hablar con él y sonrío) la verdad es que no
- librero: pues te lo recomiendo, es literatura sencillita para empezar y barata, de bolsillo
- vane: (…) (qué está queriendo decir)
- librero: El Palacio de la luna está muy bien… eso, en plan literatura sencillita
- vane: (haciendo caso omiso de los comentarios del librero, sigo intentando recordar el título del libro que quería… cojo un ejemplar de Ébano…)
- librero: Kapuscinski… también es sencillito
- vane: (ya muy digna yo) es que buscaba uno que no recuerdo cómo se titula, es algo de Cristo y armas… no recuerdo
- librero: uy! precisamente ese es más duro (risillas)

Fin de la conversación…

¿Qué coño quiso decir con eso de literatura sencillita y barata? ¿Me vio con cara de niña tonta que quiere comprarse un libro por aquello de experimentar cosas nuevas o por ver qué se siente con una cosa llena de letras bajo el brazo? ¿Me vio con cara de pobre para no poder comprarme un libro de tapas ‘güenas’? Es más, ¿me vio con cara de tonta y pobre? Joder, lo de pobre pase, pero una se ha leído más de tres libros, (:()

En fin… a lo mejor tenía razón…


Esta mañana he recordado el título del libro: Cristo con la carabina al hombro