28.8.06

Últimamente

A veces, cuando los peces pierden la memoria, recuerdan tiempos mejores y añoran los que han de venir (aunque nunca lleguen)

Últimamente ando algo perdido,
me han vencido viejos fantasmas,
nuevas rutinas.
Y en cada esquina acecha un ratero

para robarme las alhajas, los recuerdos,
las felicidades.
De un tiempo a esta parte

llego siempre tarde
a todas mis citas.
Y la vida me parece una fiesta

a la que nadie
se ha molestado en invitarme.
De un tiempo a esta parte

me cuesta tanto, tanto, tanto, no amarte,
no amarte.
Últimamente ando desconcertado,

así que ponte a salvo,
porque en este estado
ando como loco.
Y me enamoro de mujeres comprometidas,

llenas de abrazos, llenas de mentiras.
De un tiempo a esta parte,

a mi amor propio algo le falta,
lo has dejado unos puntos
por debajo del de Kafka.
Y la vida me parece una fiesta

a la que nadie
se ha molestado en invitarme.
De un tiempo a esta parte

me cuesta tanto, tanto, tanto, me cuesta tanto
no amarte.
Últimamente planeo una huida

para rehacer mi vida,
probablemente en Marte.
Seguro que allí no hay nadie

empeñado en aconsejarme:
"Ismael, ¿qué te pasa?
No estudias, no trabajas".
Y qué vamos a hacerle,

si es que últimamente
ando algo perdido, si te necesito.
De un tiempo a esta parte

me cuesta tanto, tanto, tanto, me cuesta tanto
no amarte.
Han de venir tiempos mejores,

cometeré más errores, daré menos explicaciones,
y haré nuevas canciones
en las que te cuente cómo,

últimamente, son tan frecuentes
tristes amaneceres ahogando mis finales,
repetidos, cansados, miserables,

llenos de soledades.
De un tiempo a esta parte me cuesta tanto, tanto, me cuesta

tanto no amarte.

(Ismael Serrano)

19.8.06

informe clínico

Datos del paciente: mujer, 24 años. No acude a urgencias, aunque debería. Se queda en casa, en un noveno de Leganés metida entre las sábanas y tapada hasta el cuello. Tendría que estar en casita (la de verdad), pero, al final, hasta los viajes relámpagos, a veces, se truncan. Aunque, poco a poco. Porque primero se posponen hasta la mañana del sábado. Y ya es tarde para cenar un rico plato traído de allende los mares. Ya es tarde casi para todo. No importa, porque, aunque la cabeza vuele a otros lugares, aunque las negociaciones con Morfeo sigan rotas y el insomnio gane la batalla cada noche, cada madrugada, el cuerpo va por libre e impone su criterio. Ordena y manda: ¡métete en la cama!. Y la mente, cansada, obedece.

Hoy, como ya dijo alguien, hasta las aspirinas duelen. El mercurio marca 38 grados. Con razón hace frío. Con razón no sobra la mantita. Con razón el sol no calienta. Tampoco llueve. Pero se aguaron los planes. Los viajes por sorpresa y las tardes de cafés antiguos, aunque ya no existan. Habrá que posponer, además, picnics 'caprichosos' y granizados de naranja. Pero se niega a seguir vegetando. Está harta de dar vueltas en la cama. No cree que la postura horizontal sea la mejor para seguir respirando. ¿Televisión un sábado? No. Nada que merezca dos segundos seguidos de atención. ¿Música? La cabeza puede acabar estallando.

Plan: pasar la tarde, entre cojines de colores, con un chocolate bien calentito viendo pelis de Charlot. Se aceptan sugerencias...

18.8.06

Café Tortoni. Buenos Aires

Si las mesas de los cafés hablasen…

Hablarían de otros tiempos. De bohemia, de tertulias infinitas, de negocios, de política. Del tiempo necesario para arreglar el mundo. Puro vértigo. Del dibujo de planes con maletas aún sin deshacer. De Nostalgias con mayúscula. De poetas trasnochados y noches de tango. De refugios de exiliados. De alfonsinas con anhelos de una libertad tan sólo soñada: “Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte”. De revoluciones, de literatos de siempre.

Hablarían de hoy. De charlas que no se sabe cuándo empiezan ni cuándo terminan. De viejos libros escondidos bajo el polvo del olvido. De regresos al pasado, de los días que se fueron y de los que están por llegar. De viajes hechos y de estaciones pendientes. De deudas con la vida. De sueños. De fracasos y vueltas a empezar. De amigos de ahora y siempre. De risas y lágrimas a punto de caer. De recuerdos, de abrazos, de los besos que no se dan. De interminables esperas. De apariciones por casualidad. De sorpresas.

Si las mesas de los cafés hablasen… contarían historias de vida, historias leídas al revés en el reflejo de un espejo; historias de noches de borrachera y mañanas de resaca en el centro de una plaza o en un callejón, de cartas insomnes, de miradas cómplices, de secretos a voces. Contarían las mismas historias con distintos personajes. Y hablarían de reencuentros y de despedidas, del amor y el desamor, de brindis a deshora porque alguien lo vale, porque alguien lo siente así.

Si las mesas de los cafés hablasen… hoy lo harían de vos.

16.8.06


¿Hay vida antes del primer café?

15.8.06


Que todas las guerras acaben en un beso

India


- ¿Querías casarte?
- No
- ¿Por qué?
- Porque soy pequeña

14.8.06

brindemos por otro fracaso y reinventemos el final de otra historia

"... trataba de convencerme de que el amor es el castigo que se nos impone a los que no sabemos estar solos..."

otro naufrago


La noche debilita los corazones,
noches de funeral, de vino y rosas.
Brindemos por el amor y sus fracasos,
quizás podamos escoger nuestra derrota.
El sol limpia las calles, la memoria,
feroces pasiones atenúa.
Invéntate el final de cada historia,
que el amor es eterno mientras dura.

13.8.06

Ni siquiera sé por qué me he decidido, al final, a poner esto aquí. Sigo sintiendo que no tengo derecho, que no sé nada de esta humedad, de esta tristeza, de esta nostalgia y de estas ansias de libertad sobre las que he escrito. Nada de este volverse loco contigo mismo para no perder del todo la cordura; nada de esos sueños de mundos mejores prefabricados por la droga que despertaron en una celda de cualquier prisión de España, del mundo. Aún así, salió esto.

Quería escribir algo que mereciese la pena leer, pero creo que no lo conseguiré, porque, en ocasiones, no es tan fácil aquello de expresar con palabras lo que sentimos, a pesar de que lo que sentimos no son más que palabras. Tenía cientos de anotaciones en hojas sueltas sobre mi escritorio. Hacía mucho tiempo. Desde el primer día de universidad, desde la invitación de Horizontes Abiertos que, escudada tras la necesidad de tiempo, rechacé, quizás por miedo. Quién sabe. Pero nunca es tarde, al menos, demasiado tarde. Es curioso que, a veces, sentimos que tenemos algo pendiente con la vida, con nosotros mismos y que el tiempo se encarga de írtelo recordando.

Quizás por eso volvieron este año tantas cosas. Quizá por eso tengo pendiente una conversación con un señor al que admiro, quizá por eso volvieron a mí los horizontes (y ahora no hay excusas), quizá por eso cada miércoles me arrancan las lágrimas con una canción un grupo de chicos a los que no conozco más que a través de una pantalla de televisión. Quizá por eso tantas otras cosas. Como haber escrito esto. Era parte de la tarea de construir sueños en madera. Salió esto. Esta mañana, mientras cumplía con mis tres folios de escritura automática nada más levantarme…


* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

LA VIDA NO ES UN CUENTO DE HEIDI (O LO QUE ES LO MISMO, CUANDO EL DELITO ES SER POBRE)

- ¿Las has matado a todas, papá?
- Ya quedan poquitas, princesa.

La conversación se repite una y otra vez. Y es que Antonio le contó a su pequeña que vive en un castillo y que no puede salir de allí hasta que mate a todas las brujas malas que atemorizan los sueños de su princesa.

Pero cuando la mentira no puede mantenerse, acallada por una realidad que oprime, Antonio cambia su versión y su sonrisa inocente:

- Esto es parte del infierno – afirma

Iba para boxeador. Hubiese sido bueno y llegado muy lejos. Pero se enredó. Eso dice. También que su pasado fue malo. Y es que la cárcel destruye poco a poco. Lo sabe bien. Lleva cinco años preso. Lo condenaron por una pelea, por un puñetazo de mala suerte. En siete meses, habrá acabado con todas las brujas que asustan a su hija y podrá abrazarla. Como se debe. Sin los barrotes tras los cuales ella le dibujó en el cole.

Cuentan que en el penal la risa es un bien escaso.

- Muchas veces estás contando un chiste y ni te ríes

Pero, después de todo, no es mal consejo ese de disimular, en la cárcel y en la vida… Al final, la jaula se convierte en un baile de máscaras en el que nadie es de verdad quien es o quien dice ser. Y eso es, en definitivas cuentas, también la droga, ¿no? Una protección, contra el mundo, contra uno mismo, contra el destino, contra la sociedad, contra la propia vida y quizás también contra la muerte. ¿Qué se siente cuándo se está enganchado?

- Pena, porque nadie te quiere al lado de él

No son más que los secretos del cuarto oscuro. Los secretos que nadie quiere escuchar. Las batallas de los que tienen que sobrevivir, a pesar de todo. De los que cambiaron los cuentos de príncipes y princesas por una raya de coca, de los que nunca oyeron un ‘buenas noches’, de los que cambiaban pastillas en vez de cromos en la puerta del colegio. La vida…

- Yo pienso que cuando salga, ya va a salir bien.

Lo dice una madre que, a primera vista, se ve que es el motor de la familia. Y no debe haber sido fácil. Nada fácil.

- Antonio metió a Fernando y Fernando metió a Manuel

Y ya son tres los hijos que la droga y la cárcel han arrebatado a esta mujer. Pero ella no se rinde. Ante todo es madre.

- Aquí me tienen hasta que me muera, si no me matan a disgustos.

Tampoco pierde la sonrisa ni el humor. El poco que le queda, al menos. Aprovecha las visitas para reprender como sólo sabe hacerlo una madre: con cariño y alientos de esperanza. Como las nanas que nos arrullaban. Quiere ser abuela. Por eso, convence cada día a su hijo para que, el día que abandone esas cuatro paredes, busque una novia formal.

Mientras, Manuel sólo puede darle la razón. Arrepentido y dolido, espera con ganas que la vida le dé una nueva oportunidad para vivir. Será en junio de 2009, después de seis años preso. Después de haber pagado su deuda con la sociedad: atracar dos agencias de viajes. El pasamontañas no pudo librarle del ‘chivatazo’ de sus ‘amigos’. Trabajaba de pintor, pero lejos de pintar angelitos negros, la heroína truncó su juventud.

Viene, de repente, a mi memoria un artículo de Eduardo Galeano. La canción de los presos. En él leí uno de los poemas más lindos que recuerdo. Escribía el uruguayo algo así como que no tiene la voz rota ni el corazón apagado quien es capaz de decir:

a veces llueve
y te quiero
a veces sale el sol
y te quiero
la cárcel es a veces
siempre te quiero

Tampoco quien, como tantos, desde la soledad de una habitación, traspasando muros y kilómetros de distancia, es capaz de soñar otro mundo mientras escribe una carta de amor a su princesa. De su puño y letra. Desde lo más profundo de su alma. Desde donde se escriben todas las cosas que de verdad valen la pena. Piensa que un día, cariño, esto terminará y seremos inseparables.

A veces, es lo único que queda, ¿no? Amar. Amar desesperadamente. De hecho, hay quienes mantienen que es el amor una de las causas más importantes de recaída en las drogas. Que, además de drogarse, de robar, de ser “chicos malos”, aman. Sin límites. Es decir, de verdad, porque sólo amando sin límites se ama de verdad. ¿Alguien lo dudaba? De ahí los poemas desesperados. Los poemas… los únicos capaces de romper, aunque sea un instante, ese caparazón que protege del desamparo, de la falta de luz, de la soledad de la cárcel.

Sí. A pesar de que, como dice Antonio Motos, “la cárcel destruye. Ha destruido matrimonios y familias”, el amor, muchas veces, triunfa. Lo puede todo. Y rompe barreras. Las del silencio, de los rumores, del miedo, de la incomprensión. Y sí, hay quien, incluso, se enamora de un asesino. Y no le importa. Ve más allá y siente que el resto del mundo no sea capaz. Es lo que alguien llamó “Horas de luz”. La diferencia, a veces, no es más que cuestión de palabras. “Mi marido no es un asesino; es una persona condenada por asesinato”. Allá cada cual. Ella, mientras, sueña por los dos e imagina una vida sencilla. Junto a él. Pintará en un almacén de tabaco reconvertido en taller.

Es sólo un trocito de la historia de Juan José Garfia. Me impresionó este no-cuento de buenas noches en algún momento y después he leído algunas cosas. Entre ellas, que desde hace años alguien más lucha por él, por que le concedan su primer permiso. La razón (y vuelvo a escribir de memoria) que se está adaptando a la cárcel o lo que es lo mismo, empieza a inadaptarse a la vida. Ese luchador es Jesús Valverde, profesor de Intervención sobre la Conducta Desadaptada en la facultad de Psicología de la Complutense. Ese personaje con quien tengo una conversación pendiente; ese personaje al que admiro a través de lo que me contaba mi mejor amiga, que tuvo la suerte de compartir con él algunas horas de aula. Un hombre que no cree en la cárcel, porque adaptarse a ella es algo anormal y eso no sirve de nada. Es más, está convencido de que no hay que luchar contra la droga, sino contra la propia cárcel y trabajar en alternativas. No, no ha perdido su cordura ni es un loco soñador. Sabe bien lo que dice. “Hay que ayudar al recluso, más trabajadores sociales y menos guardias civiles, que hacen más falta en las carreteras y no perdiendo el tiempo en garitas”.

Sólo alguien que guarda en su mirada el horror, la desesperación, la lucha y, a veces, el miedo que se vive en prisión puede repetir que la vida no es un cuento de Heidi. Sólo él podía advertir una y otra vez:
“la vida es un camino lleno de curvas y nadie está seguro de que no acabará en la cuneta”.

Sí, porque, a veces, los ‘chicos buenos’ también encauzan caminos tortuosos. Otras veces, es la vida. ¿Qué puede esperar alguien que nace en las vías del tren? ¿Qué futuro le está predestinado a quien no conoce más hogar que la calle o una chabola al otro lado de la estación? No extraña el pesimismo de algunos.

- Muchos de nosotros, cuando salgamos a la calle, vamos a estar muertos. Porque vamos a volver a los mismos lugares, a las mismas andadas, a recuperar los primeros amores…

Llevan años encerrados por un delito del que quizás no sean del todo culpables. A veces, es más fácil mirar para otro lado, callar a Pepito Grillo y echar la culpa a quien roba un reloj de oro para dar de comer a su familia. Y ya sé que no hay excusas. Que algunos salen adelante sin cometer errores. Pero quiénes somos nosotros para juzgar el destino de cada cual.

No sé. Esto no es más que un collage en blanco y negro. Un intento de dar salida a historias, pensamientos y testimonios que se agolpan en mi cabeza. Impotencia. Tristeza. Rabia. Porque el delito mayor es ser pobre. Manuel atracó dos agencias de viajes y le cayeron seis años. Seis años que cumplirá. Julián Muñoz ha robado, presuntamente, millones de euros. Le cayó un año. ¿Lo cumplirá, al menos? Otro de sus amigos se divierte en la noche marbellí tras haber pagado una fianza de 500.000 euros que le libró de la cárcel.

Y aún hay quien dice que se merecen estar todos ahí. Yo no lo sé. Me golpea una frase una y otra vez: “Hace tres años que no miro a lo lejos”. Lo decía un interno de la cárcel del Dueso. Tres años dando los mismos pasos, en la misma dirección. Ninguna parte. No creo, para nada, que la vida sea justa.

Les dejo un poema. Otro. Se lo escribió un tal Lucio a Enrique Falcón. Lo leí en Internet. Ya ven cómo es la vida. Desde el Módulo de Aislamiento de la cárcel de la Moraleja viajó hasta un noveno de Leganés:

Aquí donde se sabe cuándo se entra
pero no cuándo se sale.

Donde una simple discusión termina
con el puño más contundente campeón.

Donde el error se paga con la vida.

Donde la sangre es el desahogo
de la reivindicación.

Donde se castiga la dignidad y
se premia la pasividad.

Donde se vende a la sociedad
la tortura y la opresión
en forma de reinserción.

Donde la soledad es necesidad.

A ti, del "Grupo Anti-Demencia",
te dedico este "Baile de Guadañas".

De este cuerpo preso castigado
pero de espíritu libre y que vuela
como el Halcón,
indomable
como el León.

12.8.06

estupidez cúbica

"Estamos muy ocupados en mantener la estupidez cúbica (...): gastar el dinero que no tengo en comprar algo que no necesito para satisfacer a alguien que no me importa"

JORGE BUCAY

11.8.06

de mayor quiero ser... PIRATA

LA CANCIÓN DEL PIRATA


Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,

un velero bergantín:

bajel pirata que llaman,

por su bravura, el Temido,

en todo mar conocido

del uno al otro confín.


La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento

olas de plata y azul;

y va el capitán pirata,

cantando alegre en la popa,

Asia a un lado, al otro Europa,

y allá a su frente Estambul:

"Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
cien naciones
sus pendones
a mis pies."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

"Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

"A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival."


Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.


Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

"Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar."


Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.


JOSÉ DE ESPRONCEDA

8.8.06

NIÑOS DE SOMALIA

Yo como
Tú comes
Él come
Nosotros comemos
Vosotros coméis
¡Ellos no!

Gloria Fuertes, Mujer de verso en pecho

3.8.06

_mensajes en una botella

Celebraban el mes del mar. Daniela arrojó a las aguas una botella con un mensaje dentro. Dos años depués, recibió una respuesta inesperada. Su peculiar barquito quedó varado en las arenas de la Polinesia Francesa. Desde allí, contestó un marino. Daniela ahora sabe que más allá del horizonte seguramente habrá alguien con quien podrá comunicarse.

La vida, a veces, tiene estas sorpresas...

Por eso hoy, a medio camino entre la nostalgia de no sé muy bien qué, una tristeza tonta y una lágrimas de plástico azul mezcladas con la sonrisa que sólo proporciona el saber de abrazos cercanos (de esos que llegan al hipotálamo) y el recuerdo de una bonita conversación de buenas noches, les dejo mis mensajes en una botella. Recordando, a la vez, que quizás, como dice Jorge Drexler, "esto que estás oyendo, ya no soy yo, es el eco, del eco, del eco de un sentimiento".




Carmen, para usted el primero, por razones más que obvias: MUCHAS FELICIDADES. Sé que mañana es un día especial para usted. Deje a un lado cualquier resquicio de tristeza, ármese con una bonita sonrisa y páselo bien. Póngase linda y salga a bailar. Y recuerde que allá arriba alguien brinda por vos. Por razones también obvias, el segundo mensaje de la botella es para María Elena: más de lo mismo, deje a un lado la botella de whisky en la que pretende ahogar penas (usted una vez me dijo que no servía de nada porque las penas nadaban), no deje que le gane la nostalgia y trate de tener su sonrisa dispuesta. Estoy segura de que su felicidad llegará este fin de semana a donde tenga que llegar. El tercero, ya para no perder la costumbre, para mi chico favorito (a pesar de no creerse lo de que algún puestillo ha escalado en los últimos días): páselo bien en su tierra, descanse, que se lo merece, y disfrute de los buenos amigos, de su sobrino, de las comidas de mami y del calorcito andaluz. El cuarto, para Món: no creo que pueda verla antes de su partida, por lo tanto, disfrute de su caos lindo y querido, de su gente, de su comida, de su música, de todas esas cosas que tanto extrañó y extrañenos un poquito, sólo lo suficiente como para tenerla de vuelta pronto. ¡Buen viaje! El quinto para Jonás, que también se vuelve a casita y que me consta que lo está deseando. Disfrute de su gente, de su mar, de su playita (¡qué envidia!) y guarde en su mirada algo de esas aguas para que pueda compartirlo después con nosotros. El resto de los mensajes para los Rodríguez, que se quedan en Madrid por vacaciones: Álex, Ana María y mi escuinclA. Ana María, quiero mi café y mi tutoría a la vuelta. Pero antes, páselo bien el finde, coma mucha zanahoria y procure no romper más objetos, que luego le da penita. (¡Ah! Me parece que la cinta que le prometí de Gila no se oye bien; no obstante, el libro sigue intacto). Cuidese mucho, Pauly, no ande muy escotada, que luego se me resfría y no puede ir a trabajar y no haga muchas locuras (o sí). Y Álex, te veo el lunes en la radio. Disfrute de su familia, de sus amigos y no se prepare demasiado el tema que luego nos deja en ridículo ante media España. ¡Ah! Se me olvidaba: dos últimos mensajes para dos angelitos que no sé si se pasarán por aquí o no. A ambos les debo un mail y una llamada de teléfono -dependiendo del caso-, un "gracias", algunas preguntas y algunas impresiones de la vida y de la no-vida, en algún caso.

Mientras, un besote a todos. Sean felices.

Bueno, yo mañana también me voy a casita. Me esperan una bonita comida familiar de las que recuerdan que el amor es lo que tiene y que llegará después de una caminata por mis montañas en la mejor compañía (mi abuelo, mi madre y mi hermana): tres generaciones de nuevo que subirán escarpadas laderas, cuando aún alumbra la luna, que pararán en lo alto a ver amanecer y bajarán hasta Guadalupe con una brisa fresca golpeando la cara. Con paso firme y ligero. No podía ser de otro modo si caminas al lado de ese gran señor de pelo blanco, con más años que arrugas y muchos más sabios consejos que compartir contigo. El mismo que cuenta historias de la vida que jamás imaginarías y con un espíritu más fuerte y más joven que cualquiera. Vuelvo a mi cielo azul, a ver las estrellas brillar por la noche, mientras se oye el cantar de los grillos y el correr del agua. Vuelvo a pisar mis calles, a mantener una seria conversación con mi perro mietnras intento que el canario se calle un ratito y que el pez deje de saltar, ¡que salpica! Vuelvo a contar a mi nena mis últimas sorpresas, mis penas y mis alegrías. Vuelvo a mis charlas con 'memé', a las 'discusiones' que terminana en carcajadas con mi hermano, a compartir una cama de madrugada con mi hermana, mientras desde el otro lado de la pared alguien dice "a dormir, que es tarde". Vuelvo a las carreras con mi padre, a las risas sin sentido... Vuelvo a ver a los veraneantes, a quejarme de los madrileños que molestan por la noche. Y planeo un reencuentro. Tal vez dos. A ver qué pasa!

Y prometo volver con la sonrisa dispuesta y habiendo dejado por el camino las inseguridades, las tristezas y las nostalgias de este año raro. Prometo volver con el serrucho de carpintero para empezar a armar sueños.

¡Vaya! Después de releer, creo que me puse un poco nostálgica y radical con el post (sí, ya sé que es muy muy largo). Debe ser el insomnio, que sigue intacto.

2.8.06

_sueños en madera

Dicen que quieren armar sueños con madera... Yo también quiero armar sueños con madera... Por eso, eligieron ser carpinteros... Por eso, desde hoy, yo también (en la ausencia) quiero ser carpintero... Como Gepeto... Quién sabe, a lo mejor nos sale un Pinocho y una noche el Hada llega y le da vida...

Y para empezar a armar sueños, qué mejor que contar cuentos... pero cuentos de los de verdad, como los que hoy leí a María, con princesas encerradas en torres, con príncipes azules y donde las hadas ganan la batalla a las brujas malas (porque seguro que también las hay buenas)... Cuentos de los de siempre y no los que nos cuentan algunos... (ven que había hecho los deberes...)