26.10.07

De genios malditos

Pinta bien la exposición organizada por la Casa Encendida sobre l’enfant terrible de la literatura francesa. Arquetipo de tantas cosas, poeta “parnasiano o nada”, infernal indomable, precoz, llamémosle, genio. Merecido apelativo si tenemos en cuenta que El barco ebrio está considerada como una de las grandes obras maestras de la poesía del Sena y la escribió a los 16 años. Poco después, esbozaba toda su teoría poética del “Je est un autre” en la frase: “Le Poète se fait voyant par un long, inmense et raisonné dèréglement de tous les sens” (“El poeta se hace vidente por medio de un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos”).

La muestra presenta la evolución de un Rimbaud casi niño “que intenta por todos los medios dar a conocer su poesía, huir de su ambiente asfixiante y descubrir una poética nueva capaz de transformar la vida”, capaz de asombrar y escandalizar al París de la época y a sus siempre selectos círculos literarios. Para el imaginario dejamos la historia de amor excesivo, tormentoso y desencontrado entre el joven y un Verlaine totalmente hechizado. Se hicieron amantes, pasaron el tiempo embriagados por el ajenjo y el hachís, ebrios de alcohol y pasión, mezclando opio y orgías, excesos deliberadamente buscados. Todo terminó, como no podía ser de otro modo, en tragedia, con un Rimbaud que desprecia a su amante por su debilidad y su autocompasión, con un Verlaine débil y hundido que anuncia a su familia su intención de suicidarse, no sin antes sacar una pistola e intentar matar a ese joven sucio y desaliñado que un día se presentó en su casa de París. Lo hirió y dicen que después lloró y tendió el arma rogando que acabase con él. La historia continúa… y merece la pena…

El caso es que, para presentar este recorrido, esta tarde Patti Smith actuará en la Casa Encendida. Cuenta, la considerada como “madrina del punk”, que se enamoró de Rimbaud en la escuela secundaria, encontró Iluminaciones y robó el libro porque, según ella, fue amor a primera vista. Hay una frase suya para referirse a ese amor que me encanta: Ya no quise ir al cielo, si no había arte allí.

Dicho sea, de paso, nunca he sido muy de autores de antes del XX y Rimbaud no iba a ser la excepción, aunque habrán de convenir conmigo en que es un clásico al debemos, al menos, una miradita. Y, sobre todo, ahora que se acerca la noche de los muertos vivientes. Mejor dejarnos de parafernalias pseudos-festivas al más puro estilo yanqui y quedarnos por Europa y con un buen libro: Una temporada en el infierno.

1 comentario:

skldá dijo...

besito