30.8.08

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Sobre la mesa el café seguía enfriándose, perdiendo su transparencia. La tierra giraba sobre su eje, la luna alteraba de forma secreta la fuerza de la gravedad y decidía las mareas. En medio del silencio, el tiempo transcurría y los trenes pasaban de largo.


sauce ciego,
mujer dormida

Haruki Murakami
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

mira la intelectual...


buenos días VaN !!!!



MiL de MiL

skldá dijo...

Menos café y más dormir pequeño saltamontes... bienvenida al mundo de la osteotitis... lo que ganaríamos en salud (y quizás incluso felicidad) cogiendo patatas, regando a surco, echando de comer la gallinas, y dedicándonos simplemente a vivir...
en fin, mi vida campestre de la infancia que la echo de menos un montón a veces...

besitines (eres MAAAAALA)

ss