14.7.08

Cama para uno [part XIV]

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Sin duda aquella era una ciudad lo suficientemente ruidosa y heterogénea como para que una pareja pasase desapercibida a los ojos del mundo en un café. Tanto que nadie se dio ni siquiera cuenta de que él se había marchado y de que ella seguía allí, impasible, absorta, removiendo el café en un sin-sentido indeterminado. ¿Has pensado alguna vez que los deseos pueden proyectarse en los círculos concéntricos que se forman en la espuma del café? Creo, por lo que contaba aquel personaje que los observaba de cerca, que ella debió sentir algo parecido, porque obstinada siguió y siguió dando vueltas al frío metal durante quién sabe cuánto tiempo.

Generalmente, se trata de deseos que, por una razón u otra, no dependen de nosotros, sino de otras personas y que tienen que ver con eso que algunos llaman el alma. Esos deseos necesitan una ayuda exterior para salir y dejar de autocrearse y autodestruirse una y otra vez. Es como si la taza fuese una muralla. Los deseos están presos en ella y lo más que pueden hacer es girar de adentro afuera y de afuera adentro. ¿Pero qué pasa si esa taza se rompe? Los deseos se desparramarían por la mesa. Sólo así, con esa ayuda externa que haga caer el muro, serían libres.

Lo único malo de todo esto es que no siempre la taza se rompe.

Pensó que lo mejor sería irse a casa. Vivía relativamente cerca de Lavapiés y la noche parecía apacible, así que decidió ir andando. Por el camino haría cábalas y lanzaría piedrecitas para que, si él se decidía a volver, las fuese recogiendo y no se perdiese. Pagó los cafés y salió. La ausencia del sol había suavizado un poco la temperatura, aunque del asfalto subía un calor ahogadizo que le hacía desacompasar su respiración. Recordó la historia de la chica de la maleta marrón mientras cruzaba las calles. Imaginaba una cama para dos, con interminables desayunos los sábados por la mañana, una cama para dos en la que la rutina nunca permitiese que faltasen los besos de buenos días ni los besos de buenas noches, una cama para dos… Le hacía gracia sorprenderse pensando en él de aquella manera y no saber contestarle a una pregunta tan simple como ¿quieres? No creía que estuviese enfadado. Probablemente se habría marchado porque no tenía más que decir. Ella era consciente de sus miedos, todo el mundo tiene derecho a tener miedo, pero su huida no había ayudado a despejarlos.

¿Tan difícil hubiese sido decirle que las historias de amor como la que él contaba siempre terminan bien?
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

jijijii

"Esos deseos necesitan una ayuda exterior para salir y dejar de autocrearse y autodestruirse una y otra vez"

qué torrente imaginativo eh?

muy bien...

parece que nos encanta nadar en el limbo semántico, eh? ;)


tienes unos planazos muy buenos...así no te aburrirás...


milbesosantesdequeudmelosde!



p.d.: ¿qué pensará marijose de esta historia?


:)

Anónimo dijo...

buenos dias!!!!

espero que haya habido suerte con el tutor y ese micro resumen haya dado resultado...

Cuidado con los vips....no acabe ud allí...no se deje...sitúese!!!!!


mil más agujetiles

violetazul dijo...

A veces la felicidad, también da miedo...
y ahora donde busco los capítulos pares????
besos guapa!

Anónimo dijo...

Hi, as you may already noted I am new here.
I will be happy to get any help at the beginning.
Thanks in advance and good luck! :)