1.10.07

1 de octubre


Queridísimo mío:

Sé que el comienzo de esta carta te hará sentir orgulloso. No así el final. Por primera vez desde que nos conocimos he seguido tu consejo. Sí. Te hice caso. He aprovechado la fiebre de estos días para mirar hacia dentro, más por matar tu curiosidad que por convencimiento propio. Sí, sonríe, pero no cantes victoria. Lo que vi no me gustó o me aburrí demasiado pronto de buscar. No hay nada de eso que tú veías la noche que amanecimos juntos en el portal de mi casa. Todo fue un espejismo construido por el alcohol y la nostalgia de tu partida. Quizás porque tú esperabas, como decías en tu última carta, que yo te pidiese que te quedaras para siempre. O quizás porque yo esperaba que lo hicieses sin que te lo pidiese. Ahora sé que si pasó así, ha de ser por algo. Es hora de que aprenda a enfrentarme sola a mí misma. Sin tus vueltas de hoja, sin tus peros, sin tus ‘engaños’. Yo sola frente a mis fantasmas, frente a mis miedos, frente a mi otro yo.

Te he repetido muchas veces que nunca he sido muy constante. Pero tú jamás me creíste. Te empeñaste en construirte tu propia imagen de mí. Una imagen irreal como yo misma. Y siento decírtelo, pero creo que mi introspección duró apenas un segundo. No pongas esa cara. Me dio miedo. Estaba oscuro. Me sentí insegura sin tu mano en mi hombro. Y me dio rabia depender tanto de ti, que estás tan lejos.

Tanto tiempo desde que te marchaste y ya ves, sigo siendo la misma niña asustadiza de las noches de tormenta. Y aún así, vuelvo a falsear la esencia y sigo defendiendo mi independencia y mi cabezonería. Me adultero y me traiciono. Sigo siendo exagerada, despistada y gruñona. Me gustaría ser de otra forma, pero eso no existe. Me gustaría ser como tú me imaginabas. ¿O también eso ha cambiado?

Dos cosas y termino hasta la próxima. Pedías conclusiones si me atrevía a hacerte caso. Al principio, no era por miedo a atreverme… era por principio: no seguir los consejos de nadie me daba un sentimiento extraño de rebeldía. Reivindicaba mi independencia. Ahora sí me da miedo. Mi conclusión: creo que moriré sin saber muy bien quién soy y lo que es aún peor, sin saber lo que quiero ni hacia dónde ir. Me sigo dejando llevar. Eso no supone ningún esfuerzo ni tampoco el contratiempo de tener que asumir las equivocaciones. Y sí, sigo echando azúcar al cacao. Me hizo gracia tu pregunta.

Hasta pronto.


V.R.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Has escrito eso a quien yo me imagino? No sé cómo habrá sido pero parecía que lo estaba escribiendo yo. Me pasa lo mismo. Qué hago?
M.T.A

Anónimo dijo...

jajajaja

y a quién se supone que se imagina usted? pues siento defraudarte, pero la respuesta a la primera pregunta es un 'no' rotundo... para la segunda no tengo respuesta... habrá que seguir buscando... o dejarse llevar...

te escribí un mail inmenso, pero supongo que falta el tiempo también por ahí...

tengo ganas de verte...

un beso enorme