18.4.07

"agüelito"


Hoy hice el mismo camino, pero de vuelta. Moncloa - Ciudad Universitaria. Habrá quien no dé importancia a estas cosas. Caminando sobre los oxidados raíles del viejo tranvía. Mantengo el equilibrio, como si me suspendiese en el aire, pero sin abismo. Creo que así me siento ahora mismo: suspendida en el aire, pero sin abismo; con los pies en la tierra, pero feliz. Porque sí. Por qué no.

Me encanta este paseo. Como siempre, luciendo el sol, arrugando los ojos para ver a lo lejos, con Sabina a todo volumen y con esa sonrisa que se me instala automáticamente en los labios.

Es curioso cómo cambian los deseos. Me encontré un montón de "agüelitos". Me vi hace años, en medio de mis montañas, pidiendo un deseo. Siempre pedía lo mismo. Y es que los "agüelitos" son mágicos. No recuerdo qué había que recitar (quizás por eso falle), pero había que cortarlo, cerrar los ojos, pedir un deseo y soplar muy fuerte. Como con las estrellas fugaces. Dicen que si todos sus pelitos vuelan de una vez, el deseo se cumple. Hoy volví a cortar un "agüelito". Me sorprendí pidiendo otra cosa...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La flor del deseo... y de recitar meigallos na´... la flor del deseo funciona sola. Se lo dice una gallega.

MUAS!

Anónimo dijo...

dicen que a veces hay que tener mucho cuidado con lo que se desea... f. life!!

Anónimo dijo...

Cuando haces un camino en otras ocasiones habitual, cuando vuelves a un viejo rincón (del alma?)... te das cuenta que las cosas cambian, o mejor, que he sido yo la que he cambiado. Me siento orgullosa, y cada vez me invento más deseos y me los creo más (me adhiero por completo a aquella frase de mayo del 68: "seamos realistas pidamos lo imposible")