Apostado en una esquina, a merced de la corriente. Plaza de España, antes de que amanezca. Desde hace meses, cada viernes me espera mi sonrisa. Y mi ración de besos. Y de buenos deseos. Para la semana. Para estas fechas. Para el año que entra.
Hoy os quiero presentar a alguien. Es difícil hacerlo, no crean. Ni siquiera sé su nombre. Y no, nunca se lo pregunté. Tampoco qué es eso que guardan sus ojos. No soy quién para hacerlo.
Por eso, sólo os hablo de una mirada profunda que brilla cuando sonríe. Y sonríe con mucha facilidad, a pesar de todo. Basta pararse un instante y preguntarle ‘¿cómo está?’.
- Buenos día, bonita. Estoy mejor, bonita. Gracias por preguntar. Me han quitado las pastillas. Ya sólo me tomo la roja.
- Si está usted hecho un chaval
Y se ríe. Y me abraza. Y sus ojos brillan. Y me desea lo mejor. Y yo a él. Y a su mujer. Y me dice que no cambie nunca. Y vuelve a abrazarme.
Hace un par de semanas le hice esta foto. Se puso derechito, sacó pecho y se quitó mil años de encima. Se puso muy contento al verse en la pantallita de la cámara. Hay recuerdos que es mejor no perder, porque hablan de otras vidas, de sonrisas ‘a pesar de todo’, de segundas oportunidades, de coraje, de fuerza, de valores, de nostalgia, de todo eso que aún hemos de aprender.
Creo que las historias son de quien las vive, no de quien las cuenta. Y de robar historias era precisamente de lo que hablaba el post de ayer. Hoy, para siempre, le robo ésta a Madrid.
Hoy os quiero presentar a alguien. Es difícil hacerlo, no crean. Ni siquiera sé su nombre. Y no, nunca se lo pregunté. Tampoco qué es eso que guardan sus ojos. No soy quién para hacerlo.
Por eso, sólo os hablo de una mirada profunda que brilla cuando sonríe. Y sonríe con mucha facilidad, a pesar de todo. Basta pararse un instante y preguntarle ‘¿cómo está?’.
- Buenos día, bonita. Estoy mejor, bonita. Gracias por preguntar. Me han quitado las pastillas. Ya sólo me tomo la roja.
- Si está usted hecho un chaval
Y se ríe. Y me abraza. Y sus ojos brillan. Y me desea lo mejor. Y yo a él. Y a su mujer. Y me dice que no cambie nunca. Y vuelve a abrazarme.
Hace un par de semanas le hice esta foto. Se puso derechito, sacó pecho y se quitó mil años de encima. Se puso muy contento al verse en la pantallita de la cámara. Hay recuerdos que es mejor no perder, porque hablan de otras vidas, de sonrisas ‘a pesar de todo’, de segundas oportunidades, de coraje, de fuerza, de valores, de nostalgia, de todo eso que aún hemos de aprender.
Creo que las historias son de quien las vive, no de quien las cuenta. Y de robar historias era precisamente de lo que hablaba el post de ayer. Hoy, para siempre, le robo ésta a Madrid.
Si veis a ‘mi abuelito’, ahora que yo dejaré de pasar por aquí cada viernes, paraos a su lado. Lo reconoceréis por los ojos. Y por su sonrisa si le preguntáis ‘¿qué tal?’ Dadle un beso de mi parte y decidle que alguien lo echa de menos.
2 comentarios:
Pues no suelo pasar mucho por ahí, pero si lo veo procuraré saludarle, a ver si a mí también me regala una sonrisa.
Un abrazo!!
Ma. Elena
Le parecerá mentira... pero creame que le he buscado, antes de leerla. TEnía esa pregunta para su vuelta a Madrid, a ver si usted querría acompañarme para no tener que guiarme por las pistas.
:)
Creo que esta semana está de vacaciones!
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