23.3.07

de cuando la distancia es la tercera persona

Escena de Una pareja feliz, de Berlanga

Supongo que mi historia de amor, a la de verdad me refiero, a la que sea para siempre, como en las pelis, será a distancia... al menos, al principio... lo sé ahora... me di cuenta anoche, esta mañana, mientras le contaba a alguien otras de esas historias que no son mías, pero que se van repitiendo... las historias de amor de mi abuela, de mi madre y de mi tía... historias que juntas no sólo suman seis (o tres, si, como creo, si dos quieren, uno más uno siguen siendo uno), sino que están a punto de sumar un siglo, cien años de risas compartidas, de miradas más cómplices de las que los ajenos podemos imaginar, de lágrimas de unos que salan también las mejillas del otro, de millones de besos, de manos cogidas, notando cómo van pasando los años en sus arrugas, de brazos que siguen pasando por la espalda, como en los viejos cines de barrio...

Pero cuando la más pura película de Berlanga no se ve en ese cine, sino que se vive de cerca y de lleno, muchas cosas cambian su perspectiva... cuando el franquismo, la dura posguerra, la pobreza y la condena a sólo Dios sabe qué aún no habían quedado reducidas a los libros de una joven de instituto, los sueños no es que no puedan cumplirse, es que no son, casi no existen, o son demasiado caros... cuando el sol calentaba mucho más duro y los inviernos eran mucho más fríos, comienzan los cuentos de buenas noches, historias que se cuentan a oscuras y al calor de una mísera chimenea, historias narradas con la incertidumbre del futuro, con los ojos brillosos, con, muchas veces, el temblor del miedo en la voz, con el maullido de un gato en el tejado poniendo banda sonora a las noches en vela...

Sí, así comienza esta historia, con cuatro ojos abiertos como platos en la oscuridad más negra, brillando ya las lágrimas que preceden a la despedida...

Por eso creo en ellas… porque sé que funcionan, porque sé que, a veces, el amor puede más que cientos de kilómetros… lo difícil es convencer al mundo… a veces, incluso, convencerse a uno mismo…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ánimo!!

Anónimo dijo...

jejeje... me alegra que se haya dado cuenta de que esta historia tiene fuelle para llenar muchas muchas páginas enteras...

yo prometo seguir dándole historias en sus descansos, y para antes de dormir... Usted no deje que esa "memoria histórica familiar" se pierda... sobre todo, si siguen sirviéndome a mí para recargar las pilas... :p

Ánimo a usted también... para todo.

Anónimo dijo...

f. life!!! el amor es algo que ya nos es ajeno, ellos tuvieron la suerte de vivirlo, a nosotros sólo nos quedan migajas de algo que nos empeñamos en llamar amor, pero en realidad... siempre acabamos pidiendo demasiado... ¿sabes en qué se diferencia ese amor de lo que ahora llamamos nosotros así?...en realidad yo tampoco, pero creo que en que se basaba en la compañía mutua y el agrado de esta, ahora todo es distinto, es más fácil hablar con quien queramos cuando queramos... pero no es igual... en fin... f. f. f. life!!!!