12.5.09

"Llevaba toda la vida muriéndose y nadie se lo creía"

Como casi cada día, delante del ordenador elijo al azar un disco que poner de banda sonora a una tarde más que se va sin remedio. Cierro los ojos y muevo el cursor del ratón por un espacio invisible. Casi siempre toca Sabina o Ismael, supongo que el inconsciente guarda incluso hasta los lugares que no se ven. Pero hoy, por una de esas casualidades, malditas casualidades a veces, también el inconsciente dirigió el cursor: Antonio Vega. Y ya que el destino marca el tributo me decido por pasar junto a él 3000 noches con Marga. Creo que es su disco que más me gusta. Quizás porque escribir al amor de tu vida cuando se ha marchado para siempre tiene que doler tanto que ha de compartirse con el mundo para no desfallecer. Sin darme cuenta estoy llorando. Son esas lágrimas absurdas que resbalan sin piedad por las mejillas, lágrimas de las que intentan lavar las pérdidas, incluso cuando no sabes muy bien lo que has perdido. Nunca conocí a ese chico triste y solitario, pero conozco su melancolía y con ella, y con él, he pasado muchas tardes como ésta que se van sin remedio. Cuando las ausencias empiezan a matar un poquito, lo mejor es agarrarse a los recuerdos. Y compartirlas. Descansa en paz.

3 comentarios:

yo dijo...

también se comparten estas tardes que se van sin remedio...como la de hoy, que sola muere mientras la comtemplamos impasibles...


mil

yo otra vez dijo...

(ya ni sé "de" escribir... ;) )


muas


por eso de los dos comentarios ;)

Adijirja dijo...

Mejor... intentar que todas esas cosas que uno quiere decirle al amor de su vida se las diga cada día y n dejarlas para después...
Abrazos,