29.3.07

cápsula

Hoy no me digas que no crees que exista ya el asteroide B612, ni que no tienes fuerza para arrancar baobabs ni para deshollinar volcanes apagados, hoy no me digas que ya no ves la boa que se comió al elefante, que ves el sombrero, insultante, insulso, insumiso, hoy no me digas que no crees que la rosa vanidosa ya no te echa de menos, si hasta me dijo que lloró cuando perdió sus espinas. No está bien rendirse, al menos con ciertas cosas, pero mucho menos está bien hacerlo la noche en que las máscaras campan a sus anchas por las plazas, puedes ponerte una careta, pintarte los ojos, pero no dejes de escribir réplika con k, porque después acabarás por rezarle al dios de los cristianos y por ponerles velas a santos de miga de pan, acabarás creyendo que la historia termina con el beso de Judas, cuando en realidad es ahí donde empieza, porque justo ahí está la frontera entre creer y no creer y Judas creyó siempre en aquel al que vendió, creyó de veras, insultante, insulso, insumiso. Pero nosotros no creemos, o sí, pero en que la losa no está bajo los pies, sino sobre nuestros hombros, lo creemos por ese absurdo de querer escribir jipi en vez de pintar una flor en la cara, porque es así, porque somos estrategas de lo absurdo, porque nos convertimos en nietos de un Rappel que se disfraza de adivino para seguir con sus trapicheos, porque acabamos adorando a trozos de carne y hueso de esos que se llaman estrellas, Julietas demacradas, Romeos perdidos, cantantes que no cantan, escritores que no escriben, creyentes que no creen, si hasta la Magdalena deja de llorar y se ponen las putas en huelga y hacen ayuno y les quitan el sueño a chulos de tres al cuarto, insultantes, insulsos, insumisos. Todos campando a sus anchas, como las máscaras, como tú y como yo, más tú quizás. Y nada es lo que parece cuando se cierra la puerta, cuando la fiesta no tiene puerta, cuando no hay fiesta, cuando se cierra el chiringuito por la última palabra, insultante, insulsa, insumisa, ahora con a, sólo esta vez, para que acompañe y no se queden solas esta noche la k de la réplica ni la h de los jipis, porque tú ya no crees, porque tú tienes la última palabra de este combate de letras, porque yo soy un robot y habito, dejando todo en el aire, molestando, insultante, insulso, insumiso…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me quedé pensando, querida...

y no, aunque existiese ese caballero de armadura y caballo campando a sus anchas por algún rincón de este corazoncillo, aunque puede que, a veces, más antes que ya, en el caso de existir, ya sabes, se encontrase con otro caballero, con otra armadura, con otro caballo, y luchasen, nada de eso hay aquí, en este trocito de pantalla... nada... así que no hagas uso de tu (de)formación profesional... no está, ni consciente ni inconsciente, ni valiente ni cobarde, ni inocente ni culpable, aquí la sombra de ningún Lancelot... no estás tú, ni estoy yo, ni están él o ellos... si acaso, nosotros, pero no nosotros como la suma de tú y yo, como la suma de tú y él, como la suma de él y yo... no, nosotros como los que no dejamos de creer por no comprar cirios que llevar en plegaria a la virgencita, o tal vez justo por lo contrario, o tal vez no... nosotros como los que nos rebelamos, aunque sea por una milésima de segundo, y no queremos cargar con esa insoportable levedad de llevar sobre los hombros el peso de la vida, ni tampoco con la insoportable levedad de no tener con qué cargar... puede incluso que en este texto no haya nadie, ni los que están ni los que faltan, quizás para que no falte nadie o porque estamos todos... todo porque surgió con la instantaneidad de lo cotidiano, de lo, por ello, eterno...

Anónimo dijo...

me caes mal o estás loca,... lo que prefieras....
quiero mi regaaaaaalo