Ya lo dije una vez: yo también reclamo para mí los derechos a tener miedo y a ser cobarde... y a deprimirme y a no querer (o poder) levantarme y a quererte y a echarte de menos y a sentir que la vida es hoy un asco y que quizás no cambie mañana (o sí) y a rebelarme contra la muerte que nos acecha y a sentir el vacío que deja tu ausencia y a enfadarme por nada contigo, con ella y con todos y a negarme a pedir perdón porque no significa nada y a dejar de soñar y seguir haciéndolo contigo (porque tu recuerdo también me reclama el derecho a no irse así como así) y a marcharme bien lejos y a quedarme aquí y a quejarme del mundo y a seguir creyendo en las personas, aunque nos fallen, y a llorar hasta quedarme dormida y a no reír si no quiero (aunque quiera y aunque siempre lo haga)...
"Durante este tiempo, cada mañana su sonrisa aliviaba el peso del mundo". Ahora pueden pararlo porque hoy sí me falta.
Ya veré cómo hago para resurgir
"Durante este tiempo, cada mañana su sonrisa aliviaba el peso del mundo". Ahora pueden pararlo porque hoy sí me falta.
Ya veré cómo hago para resurgir
1 comentario:
Me encanta esta reivindicación de tus derechos "me-da-la-ganarios".
La posibilidad de reir o llorar, de cabrearnos (como dirían ustedes), de sentir que la vida apesta y que en teoría nada importa, es una elección muy personal y a la vez un derecho muy propio. Pero recuerda, mi niña, que siempre se puede resurgir, por más cómodo y fresquito que sea descansar entre las cenizas...
Publicar un comentario