30.10.08
21 días
21.10.08
razón 25
19.10.08
las tardes de domingo nunca son lo que parecen
8.10.08
vida
Porque, a veces, las canciones nada tienen que ver con cómo nos sentimos y aún así nos erizan la piel, supongo que por lo que significan o significaron. Porque, a pesar de todo, también está bien de repente meterse un miércoles por la tarde en la cama a ver pasar las nubes a través de los cristales, a pensar, por las veces que no lo hacemos, en cómo sorprende la vida, en cómo Madrid es capaz de reinvertarte cada día, en cómo cambian los rumbos, en cómo se dispara el timón y la brújula deja de señalar al norte, simplemente porque no quiero que señale al norte.
Quizás soy feliz con tener a mi gente alrededor; porque mi hermana llega de clase contenta y nos vamos a hacer el tonto con Mariajo al parque de detrás; porque por dentro y por fuera de la verja hay columpios en los que casi rozo el cielo con la punta de los pies; porque el presidente del tribunal dijo que mi tesina era una muestra de amor a la literatura, al café y a Madrid y porque mi tutor estuvo allí para darme ánimos y después me mandó un correo para felicitarme. Por tantas pequeñas cosas. Sí, soy feliz, porque no necesito nada más. Porque confío en lo que tenga que venir. Porque sé que las cosas salen, antes o después.
Me gusta, me gusta esperar a la vida a pesar de todo.
Me gusta pensar en ti, ahogarme en ti, tenerte cerca, sentir tu lengua posada en mis labios y tus brazos cercando el no-espacio que resta entre nuestros cuerpos cuando me miras y yo te miro y no existe nada más. Me gusta perderme contigo en el Retiro bajo una sudadera y encontrarme en las calles de Madrid y que me digas que volverás en un viejo café de Lavapiés.
Quizás sigo perdida, quizás me gusta seguir perdida. Es otra forma de ver el mundo, ¿no?
2.10.08
de botoncitos
Pienso en todo esto mientras escribo en un portátil a punto de perder el pequeño hilo de vida-batería que le queda y tomo café. Estoy en la cafetería de la facultad de psicología, he acompañado hasta aquí a mi hermana. Es su primer día y esto me trae muchos recuerdos, tantos que miro absorta a mi alrededor como si todo fuese nuevo, sólo que, a diferencia del resto, yo veo otras caras y escucho otras conversaciones de hace tiempo. Recuerdo aquí mi primer día, el cosquilleo en el estómago que producen las cosas nuevas, recuerdo a Mónica, a Lucía, a Ana, a Yurena, a Marta, a Rodrigo, al chico argentino y pienso en la suerte que tuve y que tengo de conservar a la mejor gente de todo aquello. Pienso también en las veces que vine aquí a tomar café con Mariajo y Puri los viernes por la mañana mientras en la barra Diego y Emilio charlaban y yo buscaba a un chico rubio con la mirada, aunque nunca lo encontré.
Pienso en mi hermana y espero que sea aquí tan feliz como lo fui y lo soy yo. Pienso en el nuevo piso en el fin del mundo, en cómo hacer la presentación de la tesina, en nuevos temas para escribir, en qué hacer a partir del martes, en encontrar un trabajo, sea cual sea (cada vez tengo más claro que casi no me importa, no quiero vivir para trabajar, sólo trabajar para vivir), en nuevos viajes contra la crisis… Pienso en hipotecar unos cuantos cartones con que construirme una casita en el Retiro al lado de otra casita de cartones, pienso en mañana (hoy ya), en ti y en seguir sonriendo como lo hago ahora. Pienso en que sigo siendo feliz a mi manera, que después de todo es la que importa.
No, no creo que mi botoncito se rompiese de tanto usarlo.
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