21.3.08

¿y tú?

_
La otra noche, en medio de los restos de una cena cualquiera, surgió la pregunta: ‘y tú, ¿qué le regalarías a una persona de la que estuvieses enamorado?’ ‘Un yo-yo’ ‘¿Un yo-yo?’


Pienso en un yo-yo de madera, de esos que aún están sin pintar y casi sin pulir.
Pienso en un yo-yo de madera, pero supongo que puede ser cualquier otro tipo de yo-yo, incluso uno de esos de plástico de dos colores que venden en las ferias.

Ya ves, un yo-yo.

Un yo-yo es un juego de malabares, casi como algunas historias de amor.
Un yo-yo es algo más que un pasatiempo, algo más que dos discos unidos por un eje abrazado por una cuerda. Un yo-yo no es un tu-y-yo, son dos ‘yo’ fundidos en uno, casi como algunas parejas.
Eso es el amor, ¿no?

Y si lo piensas, ese pequeño artilugio, usado como instrumento hipnótico hace miles de años en China, representa la esencia del ‘estar enamorado’: son dos partes intrínsecamente unidas y ninguna tiene sentido sin la otra.

El juego consiste en encontrar el equilibrio en las subidas y en las bajadas. Ambas piezas se alejan en busca de una independencia que encuentran justo al volver a enrollarse. Y vuelta a empezar.
A veces, el baile para. Las piezas se alejan demasiado y ya no pueden volver a ser una sin ayuda de fuera.
Pero incluso entonces ambas están unidas.

Un yo-yo es un abrazo eterno. Un yo-yo es un beso. Un yo-yo, esta noche, es un ‘te quiero’.


‘Sí, le regalaría un yo-yo’